4 de junio de 2012





  Una reconocidísima sexóloga recibe una última llamada telefónica durante el último espacio reservado a las consultas sexuales de sus muchos oyentes de su muy popular espacio radial de medianoche:

  -Mi nombre es MARIANO R..., llamo del barrio de La Moncloa de Madrid. Soy fiel seguidor suyo, doctora, de todas las noches. Hace 3 días tuve sexo con mi novia, o eso creo, y me dijo que es virgen. Quería saber si al ser virgen se sangra la primera vez o no. No hubo penetración con con el pirulín, solo con los dedos, ¿puede ella sangrar así también?
  -MARIANO, lo primero es que no siempre se sangra. Si ella te ha dicho que es la primera vez que lo hace, deberías de creerle y tratarla como a una novata, es decir, con cariño y comprensión.
  -Pero doctora..., ÁNGELA... me dijo que era virgen... En el chat me aseguró que era virgen. Si hasta me pagué un viaje hasta alemania para poder estar con ella, me costó un pastón el pasaje...
  -A ver, imbécil, esta preocupación por el sangrado y la virginidad me parece de cuento de hadas de la Edad Media. Si ella es deportista o es mayor de 25...
  - Si doc, es mayor de 25...largos... y una robusta deportista.
  -Más a mi favor... Escucha... en ese caso lo más seguro es que del himen (que es una telilla que protege la vulvita de las niñas hasta que lubrican y que después se reabsorbe y prácticamente desaparece) solo quede un picajoso recuerdo.
   -Pero es que... mi ÁNGELA... yo pensaba...
   -Escuchá, salame...¿por qué tanta insistencia en lo de ser virgen, que es como decir novata o sin experiencia? ¿No será realmente que tienes miedo de que una mujer pueda criticar tu actuación?
   -Pero... NOOOOO....-

1 de junio de 2012




Crea un hombre y serás una leyenda muerta a escobazos, como Miguel Angel.


Escriba la frase SOY UN GILIPOSHAS mil veces con una birome azul sobre un papel apoyado en la pared, y por medio de un conjuro de ecuaciones que podrán ser las resultantes de las enumeradas en combinación con las teclas de los teléfono portátiles de esta última generación mutante a modo de vuelo escapista, se podrá encontrar con las tantas miles de agradables escondidas combinaciones resultantes de un click de ratón, recibirlas a modo de anunciación sideral cuasi divina en onda corta a contra-recargo, si se las desea, del colosal y único e irremediable vaivén como es este del que va todo eso de la verdá de la milanesa, literalmente manifestada y materializada en la pequeña pantalla de ese juego de sueños profundos, tal como el día a día se le presente, como frente a su remilgada y tan angustiada nariz cartilagosa de único y exclusivo mamífero bípedo. Basta de sufrir la inexistencia y el extraño devenir de sus propósitos individuales truncados, amigo, amiga. Le aseguramos desde aquí que tras el cuidadoso descifrado de esta preciosísima clave, utilizando nuestro afamado código morsa internacional (Odobenus rosmarus menem) que podrá bajarse desde nuestra pagina web oficial, el único concienzudamente testeado por los únicos reguladores oficiales a cargo del desastre, que en este trivial caso es el único que podrá emplearse para el meta-tísico y correcto descifrado del mensaje codificado; así, y solo de este modo, se le podrá resolver súbitamente y casi sin darse cuenta de ello su eterna incógnita personal acerca del sentido de la vida y la razón de su malograda existencia de la manera más fácil y cómoda. Más digerible o potable, o más agresiva y esclarecedora, según lo requiera el cliente en cada caso en particular. Afirmamos que  será usted por fin feliz cuando resuelva su magnífica incógnita gracias a nuestra ayuda, se lo aseguramos, descansará muy en paz y se volverá volátil como la ceniza que se escupe de las fábricas, denso como el petróleo gran reserva cabernet y caducado como un postre Sandy con una calco de Mister Chile del otro lado de la tapita. Por fin más nada le importará y dejará que todo fluya naturalmente a su alrededor sin mas remordimientos ni congojas. hey ho enterprises, siempre al alcance de su mano, y de su oreja y voluntades. Su felicidad es nuestro máximo objetivo.

27 de abril de 2012




Convierte tu precioso tiempo en dinero.

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26 de abril de 2012

Que tengas un buen día, hijo de puta




 
 Suele pasar a veces que ciertos factores sensitivos ocurridos involuntariamente en un determinado momento, dentro de un contexto en particular de la rutina diaria en la que todos nos vemos inmersos, todos apelmazados y llenos de nudos cervicales, se nos manifiesten repentinamente y sin premeditación, transportándonos así hacia algún sitio seguro de la conciencia, para que de esta manera podamos salvar nuestra maltrecha y forcejeada alma nuestra del cadalso antisocial en el que nos vemos sumergidos a diario, aunque sea por unos instante por lo menos, lo justo y necesario como para colgarle una flor en el ojal grasoso a la chaqueta metálica que llevas puesta contra las embestidas impunes. Y vas a verte tan inocente, saludando efusivamente a los colegas peatones a tu paso sin ningún resquemor ni sarcasmo, de repente, que hasta capaz que te meas encima de la emoción. Estos pequeños y jugosos lapsus pueden hasta sacarte una sonrisa que valdrá por todo lo que te toque en el día, con su mismísimo peso en oro y más como premio.
 De alguna manera los nudos siempre se deslizan, eso seguro, aprietan pero no ahorcan, no debemos llevarnos por la premisa derrotista de que todo va como la mierda porque sí y no hay nada que lo resuelva o que pueda hacerse para contrarrestarlo. Van a seguir habiendo nudos, claro está, pero este gran bollo de materia nerviosa puede encontrar de esta sutil manera su salvoconducto, su válvula de escape sensitiva y cognitiva hacia otros horizontes quizás mas benévolos o menos sacrificantes, si se las deja a sus anchas manifestarse con soltura y te prestas en dejarte llevar de la mano por ellas. Y es de suma importancia estar atento a este tipo de manifestaciones, amigo, amiga, ser receptivo. Y son muy importantes estas manifestaciones esporádicas porque te harán sentir de una manera distinta. Te harán vibrar de sana locura. Mágicamente harán correr la coma de tu inmenso número de inseguridad social, y tu cero no estará más desubicado en la izquierda existencial, sino a la derecha, y formará parte de algo que vale, que vale la pena de sentir en carne propia, que se te presentará como un cheque en blanco al portador sin letra pequeña y sin la condición de ser firmado con tu sangre hipotecaria de borrego. Y es de suma importancia aprovecharse de este tipo de oportunidades únicas, es vital. Y si esto no te ocurre, amigo/a, o no te ha ocurrido desde hace bastante tiempo, creo que sería un buen momento para que te plantearas unas cuantas cositas acerca de como vas enlazando tus paranoias personales dentro de tu pequeña cabecita de chorlito marmota. Porque estos momentos saben a gloria. Al fresco aliento del mar lamiéndote la cara. A la encarnación misma de la libertad, materializada en una chica repartiendo gracia de su canasta de mimbre, montada en una bicicleta de playa con su pelo suelto y su vestido de gasa transparentándole la silueta sin sostén, y con ese pelo suelto, siendo parte del aire… riiing- ring-tilin...!!!. A los labios de una primera novia también te harán recordar, tan rosados, tan tersos y llenos de vida. Al olor de la cocina de tu vieja el domingo al mediodía. A la sonrisa de un viejo arrugado. A un polvo con pasión. A un puño muy apretado y tan alto y tan solemne....

 Ufffff.....Ahhh....Ajummmm... (inhalé todo el aire posible de caber en los pulmones y los vacié al mismo ritmo)... FFFFFFfff....
 Si, Si, Si... A ver...
 Fué cuando pisé el charco residual de agua recuerdo de la tormenta de la noche anterior, al bajar del autobús 41 parada en Plaça Catalunya, cerca, a escasos metros de donde cumplo mi deber con la sociedad ocho horas al día. En el meollo del asunto donde me han dejado suelto y sin bozal; en el centro neurálgico de la ciudad-hormiguero. El sol caía viscoso, de lleno y sin remordimientos sobre mi cabeza de oso hormiguero, calentándola aún más de espumosa bilis. Pisé ese puto charco al bajar y escupí una maldición a los cuatro puntos cardinales de corrido y sin comas. El hormiguero estaba convulsionado alrededor mío. Me rodeaban por todos los flancos, pasando a una velocidad descomunal, anti-natural y estrepitosa. Comiendo sus helados, llevando sus portafolios, sacando fotos o conduciendo taxis. Parecía como si un inmenso factor la hubiese pisado con su bota a propósito a la ciudad-hormiguero para ver cuál era la reacción de los pequeños seres alrededor del cabeza de puto oso hormiguero. La reacción del animal fué, por lo pronto, nula. La carrera alocada siguió su curso bajo los mismos preceptos de siempre, lo que era hacerlo todo igual que siempre, pero a una velocidad inhumana y abochornante. Y yo segúi ahí...nulo y parado en el medio del asqueroso charco de agua estancada y cubierto de toda la mierda que te puedas imaginar: toda la indignación y la consternación sobrepasando mis límites personales de tolerancia, la polución galopante y toda la mala leche que mezclé con los cereales por la mañana viendo las noticias. La mala leche y números. Miles de números. Millones de ellos. Enterrado hasta el cuello en arenas movedizas de putos números. Tarjetas de crédito, número de seguridad social, número de cuenta, números de teléfono, números a la izquierda, números a la derecha. Hasta mi nombre es un puto número... No está escrito con letras, sino en una horrorosa combinación de ceros y unos... Putos números...!!!. Pero... Pasó...(fffiiiiiiiuuuu....). Me acomodé las Polaroid y pasó. Dirigí una mirada al cielo y pasó. Me paré en seco, de repente, y lo dejé que me llevara donde ÉL quería porque así me lo sonaba en la cabeza. Y en ese momento los amé a todos. Los quise a todos y a cada uno. Les entregué un corazón latente, rojo de sangre extendido en los confines de mis brazos y sin pedir ningún milagro a cambio en la bañera sagrada del suicidio social. Los amé a todos y a cada uno, sin distinciones ni peros. Sonreí y tiré de la cuerda dejando que se vaya todo por el mismísimo retrete, directo a las mismísimas cloacas de mi ser. Al fondo de las tormentas. Al bulbo raquídeo de esta confabulación lo mandé a todo y a toda su tropa de élite. A Marx, a Engels, a Kissinger, a Mussolini, a Gandhi, a Lennon, a Menem y a su puta madre que no tiene la culpa, al hijoputa de Zaratustra y a Perón, Peron. Si, Si, Si...Ahhhh jajaaaaa... Por escasos seis minutos no existió más nadie y todo se lo debo a ÉL... A ÉL, que me llevó directo a este maravilloso lapsus donde las teorías cuánticas tienen sentido y razón de ser, porque es así de simple todo, papi, y punto pelota: STEAVIE WINWOOD. ¿La pongo de nuevo a ver que ocurre de bueno esta vez? Me muero de intriga... Ah, y por cierto... QUE TENGAS UN BUEN DÍA, HIJO DE PUTA.... 



17 de abril de 2012

Steve Jobs, la televenta de madrugada y un Nobel patológico. Que en paz descansen.




  Steve Jobs. Si. El tipo me caía bien. Me caía bien verlo en las noticias cada vez que había algún artilugio que presentar al mercado. No entendía de qué mierda hablaba y gesticulaba con esos aparatos en la mano, ni tampoco me interesaba mucho codificar su mensaje, debo confesarlo también. Solo me caían bien su ideal de empresa, su look muy despreocupado de hombre realizado al que no le interesaba la ostentación ni la parafernalia, con su camiseta negra y los blue jeans; y sus innovaciones volcadas a la modernización y la simplificación de la práctica cotidiana. Me lamentaba de esto último en realidad. Me lamentaba sarcásticamente de los nuevos fetiches, porque no dejaban de preocuparme las consecuencias inmediatas en la gente. Ya habíamos tenido suficiente con la televisión satelital no hace muchos años atrás, y ahora ésto... El mundo ya reducido a un código de ceros y unos, y encima, en la palma de tu mano...!!! Pero el tipo me caía bien, no me malinterpretes.
  Yo lo solía comparar todo esto que montaba con la tele venta. Era como estar viendo uno de esos cortos publicitarios de madrugada que se repiten una y otra vez, donde un gordo con un champiñón en la cabeza o una rubia dientuda de culo de mármol te venden alguno de esos productos muy útiles y prácticos que te aliviarán la carga cotidiana, te la simplifican, pero con la gran contra de que tal vez te vuelvas adicto a ellos, a querer adquirirlos todos y cada uno: el cuchillo multiusos, la licuadora atómica, el control remoto indestructible, las plantillas aumentadoras del ego, el chip insertado en la nuca... el manual operativo del ser humano… Suele pasar. Y hasta está demostrado científicamente esto de la compra compulsiva, de que es una patología psicológica seria. Y la de Steve era y es una tele venta muy sofisticada por cierto, que para nada pasaba desapercibida. Y eso se notaba al día siguiente, en la polucionada atmósfera que se respiraba, y dejaba correr un  nuevo aire fresco insensato que creaba todo este morbo insoportable de la tecnología al alcance de la mano y de todos los bolsillos. Si te animas y comienzas a comprarlos y a utilizarlos, se crea una dependencia, da la sensación; el efecto tele tienda entra en ebullición y te insertas en un circulo vicioso que te incita a adquirirlos casi compulsivamente año tras año, actualización tras actualización. Y no tiene fin esto de estar a la última.
  El tipo era un maestro en lo suyo, un estratega de la hostia a la hora de vender su producto innovador, y eso hay que admitirlo, sin lugar a dudas o antipatías. Pero creo que si hubiese sido tan genio como se lo considera actualmente, creada ya la leyenda, y haya dejado algún legado útil a la humanidad después de todo, en algún momento en vida se lo hubiese propuesto para recibir algún premio humanitario, o de nuevas tecnologías, que se yo.... Algo realmente serio y respetado, un máximo galardón; como el premio Nobel, por ejemplo, que todos sabemos, es el máximo reconocimiento a nivel mundial y el más prestigioso para con los bienhechores que realmente ayudan a la malograda existencia haciéndola más llevadera, y en algunos casos hasta más interesante. Creo también que a él tampoco le hubiese interesado mucho viajar a Oslo en pleno invierno (hay mucho francotirador suelto por esos lares) y comprarse un traje de pingüino para que le entreguen un diploma amarillento. El tipo estaba para otras cosas, y su fiel público también. Aunque el diploma, pensándolo bien, se hubiese visto de puta madre colgado encima del retrete de una de las tantas habitaciones con baño privado de su grandiosa casa. Pero con su amplia legión de zombis seguidores e imitadores descarados, me parece que ya le bastaba, y de sobras. Seguro. Lo único que realmente espero es que algún día aparezca algún simplón en camiseta y pantalón de andar por casa que se plante delante de un auditorio, frente a una cámara, y nos muestre el gran método de levantar la vista de los condenados aparatejos. Tal vez no lo transmitan en cadena como a papi Steve, pero te aseguro que a este sí que lo tendrán en cuenta para el premio Nobel, como al otro resto que ni siquiera sabemos quienes son porque no aparecen en las revistas.Q.E.P.D.

12 de abril de 2012

Por la boca sueña el muerto


El mundo no es suficiente

 

  ¿Alguna vez soñaste que un gorila te persigue por los pasillos de un hospital?. Si, a VOS te lo pregunto. Un big fat motherfucker. Dos metros de altura. Cubierto de un largo, aterciopelado pelo plateado de sudor. Una enorme, gigante cabeza, sin cuello y agitada de vaporosa rabia, del mas  puro instinto animal, que escupía furia salvaje desde los colmillos inyectados en sangre, acechándome por entre los pasillos de un hospital vacío.
            
          ¿DONDE MIERDA ESTABA TODO EL MUNDO?

   Ni enfermeras ni enfermos, ni personal de limpieza ni de seguridad. Completamente vacío. Solo yo y el inmenso animal persiguiéndome. Pero eso si... intento saber el por qué, yo aparezco en el sueño con mis viejas Polaroid puestas... Debe haber alguna  explicación sensata a semejante mensaje onírico que manda mi subconsciencia, ¿no? Es sabido que a veces este tipo de sueños suelen ser premonitorios. Que tu mismísimo SER, por medio del subconsciente, y a través de un sueño, ejerce de pitonisa advirtiéndote sobre algo que vendrá. Quizás que tenga que ver con vos, o con los que te rodean, o hasta con la humanidad misma.  Una especie de mensaje codificado en el universo surreal de la psiquis en reposo obligándote a viajar a un mundo paralelo, cinematográfico a veces, de miles de efectos especiales y guiones imposibles, que tal vez signifiquen algo si puedes interpretarlos. O tal vez no. Tal vez sea por que la noche anterior comiste demasiado de la fabada de la vieja para la cena, y lo remataste con un café cargado con unas gotitas de ginebra Bols. Nunca se podrá saber.

4 de abril de 2012

Impotencia creativa el día después de releer El Almuerzo Desnudo



En la cama

 Aunque lo quiera intentar, no pasa nada. No llega lo que iba esperando se presentase en forma de sueño o candor. La estuve buscando y esperando se materializase anudando mi perfil a la almohada, acechándola con la punta del pié en la esquina de mis sábanas atlánticas, pero no se presentó. Cumplidos ya; me hice todos los protocolos de invocación probables, y no se presentó. Meros hechos en vano al fin. Quiero pero no puedo. Las circunstancias del tremendo ruido ensordecedor del tráfico a estas horas, lo bastante brotante por la caída de los ojos y de las aves de paso sobrevolando mi inconsciente en este letargo, no me condujeron a nada esta mañana estéril de principio de milenio. Así que me voy volando al parque, a los jardines de Montserrat, en búsqueda y captura de una Mussa.

Una vez en el parque

 Aquí solo escribo por escribir, y mi letra se rige sin voluntad. La inpiración, se me aparece como un pulso de fenicio movido solo por el espacio y el tiempo. A las formas les dá figura; son manchas de manos en una roca de salitre conservada como un fresco y seco kilate de bacalao noruego de Pascua, al que un lozano chorro del agua del grifo lo ensancha, le dá olor humano, amalgamas de contrastes y prosa desquiciada. Pliegues, boleos y reveses también le da, la hace a mi letra hierba de pastoreo, bloque de hormigón, barco de viaje solar. Pero no, se escurre entre mis dedos esta vez la inspiración, patalea sin freno, coletea desesperada, maniática por sobrevivir, desesperadamente branquial nadando en mi cabeza, o caminando lenta y pesadamente en ese lecho arenoso de mi estanque, sin oxígeno que respirar, desplazándose desarticuladamente en ese oscuro fondo arenoso y en tinieblas, donde mi fauna autóctona se pierde en laberínticos enredos por la falta de luz, y donde me sueño los gestos desfigurados, salidos de un caño del escape mitológico actual. Siento los martillos neumáticos, si, me llegan sus machaques desde lejos, desde la superficie misma. Veo pelos roñosos y a cuatreros con un aparato pegado al oído. Me prometo, despertaré solo por una vibración que ruja desde debajo. Desde debajo de la tierra  misma, que vibra a veces, enloquece sobre los rieles del transporte metropolitano que pasa por debajo mío y del fango de la lluvia de anoche, que se sulfura, y mata al cordero negro que hay en mí de un tajo en la yugular. El bloqueo es mental.

 Mi fondo es oscuro, ni una pizca de luz se filtra ni aunque el efusivo beso de esos amantes sea el del noble reencuentro. Escribo esto notando que mis pies están fríos y azules. Una manta negra me cubre hasta los tobillos, es mi único refugio en éste útero gris, que se me queda corto al escupir, las entrañas de la tierra, sus mártires grises a la luz de las nubes por los túneles de salida al exterior.

 Dicen que esta noche hará frío. Que en Manchester alguien gritará TE QUIERO..!, pero en Barcelona, las palomas gorjean al costado del kiosco de revistas, las nubes proyectan un día insípido de agua pesada destilada, y las hojas secas ruedan magras en las lagunas sin oxígeno. Pienso en no leer esto nunca más. Solo escribirlo y nunca más leerlo, ni dejar que nadie más lo lea nunca. Pero lo escrito, queda así. Y tal vez algún día, revisándolo de nuevo, puede ser que quizás esta noche o dentro de cien años, me imagine a ti leyéndolo y comprendiéndolo, porque eso mismo hace que este país que llevo dentro se mueva y repique sin drama, con insanidad y pasión.

Todavía en el parque

 Ahora mismo no me salen las letras, ni siquiera los himnos rumanos que alguna vez supe recitar de memoria. El bloqueo es mental. Jardines de Montserrat. Metro línea 5. Alquiler, venta, bolsas de basura. Chinos escupiendo al suelo. La orden del día fue la de escribir algo con sustancia, pero solo veo charcos de agua puerca, profunda y densa, algunas palomas cerca del kiosco, y miles de huellas que se dirigen hacia algún lado del negro lecho amazónico que hay  entre Calabria y Rocafort; veo un chop suey escupiendo humo hasta por las orejas y a las cafeterías de enfrente recibiendo el año de la marmota. 1929, el año que el café tuvo gusto de verdad. Y supo bien el café: como a tierra judía de nadie.

Finale Reflexiva

 Estos desvaríos se limitan a ser lo que son: flagelaciones incongruentes, o golpes lanzados a la negrura espeza y aterciopelada donde recala a veces la nula inspiración en blanco. Si no tienes nada que contar, mejor quédate con las ganas hasta que te amarre una vez más la iniciativa loca de escribir algo concreto y sustancioso, preferiblemente real y fiel al mordaz desenvolvimiento de las circunstancias. Que encaje por lo menos en alguna sección de alguna revista de tendencias. Escribe con retorcido pulso acerca de trivialidades o desfachatados personajes de la vida real en los barrios bohemios de la ciudad. O imagínatelos, que más dá. Tal vez así te den bola alguna vez y no te crean un demente de diccionario. Mientras tanto, sigue con ese tal Burroughs, que vas muy bien.

3 de abril de 2012

Demoledor de teles


  Nací, crecí y me desarrollé frente a una tele color Philco. Esas de tubo. Gordas y pesadísimas. Cubierta por un marco de madera de caoba (o simil caoba), con unos deslizantes de tono de color y contrastes que quebré miles de veces y mi abuelo volvió a pegar con La Gotita. Se cambiaban los canales por medio de una ruleta muy dura que iba del 1 al 12. Nada de control remoto ni hostias. Esos vinieron después con las Telefunken o las Aurora-Grundig. De un monstruoso aparato pionero en su especie estamos hablando. Un pedazo de mueble en toda regla. Considerado ahora una auténtica pieza de coleccionista. Carísimo lo pagó mi abuelo en su día. Y así le duró. Irrompible. Todavía la tiene después de 30 años. La esconde debajo del mostrador de su tienda de artículos de ferretería y se ve los partidos de fútbol, los culebrones de la tarde y al hombre del tiempo.
 Y así mismo, como cualquier otro día, frente a la tele, tomando mate amargo entre cliente y cliente, vió en directo, vía satelite, como se firmaba la REAL abolición universal de la esclavitud, en la ciudad de Barcelona. Vió como los líderes mundiales se estrechaban sus rosadas y sudorosas manos unos con otros, posando para las fotos de grupo de rigor, o dejando correr kilómetros de tinta sobre papeles, al tiempo que se podía divisar por detrás a traductores y edecanes deshaciéndose en atenciones y pases de sobres sepia de mano en mano desde las sombras. Automáticamente, y después de ver eso, me llamó por teléfono. Un nuevo negocio visionó. Y como él era tan protector de mi futuro, y poseedor de un olfato muy filoso para los negocios, no dudó en proponérmelo: DEMOLEDOR DE TELES. Con un mínimo para invertir en un comienzo, utilizando masas de distintos pesajes como primer inventario, y hasta que se asentara el negocio y pudiera comprar maquinaria más sofisticada; me largué al ruedo sin dudarlo ni un solo instante. Publicité en Paginas amarillas y en algún que otro canal local de cable. Llegué a auspiciar un programa muy copado para niños: "El agujerito negro sin fin". Con el lema: QUE TE LA PELE LA TELE (Cristian Bertolo. Demoledor de teles). Un éxito. Mirame ahora como manejo un Mercedes-Benz. Y eso que soy autónomo...

28 de marzo de 2012

Blues de la Libertad del Rey Patricio.


 Se me acercó la Libertad una vez. Te lo juro. Y la sentí tan próxima  como a una caricia de madre. Se me acercó por detrás mientras yo estaba parado de cara al sol en la esquina de la plaza. Se me acercó como una sombra de Mayo, suave y a traición, seductoramente suave y creciente al girar en torno a las campanadas que avisaban la hora del té, y la salida de la oficina.
 Esperando estaba yo, viendo la manera de llegar lejos, como aquellas nubes que lejanas en el horizonte iban viniendo hacia mí por encima de las moles de lo concreto. Venían maquinalmente negras y pomposas como un poema sacro. Esponjosas y negras como vello púbico, como una veta de bronce en bruto.

 Se me acercó por detrás y me dijo al oído: “Allá donde el viento me sople te sabré desembocadura de turbio río, que de las lágrimas se mezcla al mar, donde las penas de la vida líquida se trasmutan en placeres inmortales, allí donde tu noche te será eternamente blanca, te dibujará un rubor en las mejillas, y todo lo que de ahí en adelante quieras te será concedido, salvo cualquier deseo de avanzar descalzo, eso es solo cosa de dioses y de hombres…”
 Me dí la vuelta espantado. Sentí un frío filo de tijera de peluquero en mi espalda que bajaba estremecedoramente, clavando su filosa punta desde las cervicales hasta las temblorosas rodillas. Tambaleante y enfebrecido, girando en torno a mi metro cúbico y apenas sosteniendo  mi estupor, no encontré nada, solo pude divisar una masa informe que ondeaba confusa, como un arroyo suburbano alrededor mío y de las cosas, como un ecosistema de alimañas y basuras flotando en la superficie a merced de una corriente estancada, girando estrambóticamente abrasada a mi polarizada vista. Como un enjambre de bolsas camiseta de supermercado que plateando bajo el inestable sol, tan brillantes y cochinas, parloteaban y se mezclaban con las aves residentes, picoteando un mendrugo de pan salado rechazado al costado de los cubos de basura municipales.


 Un sudor frío empapó mis sobacos.


 La inmensa nube púbica enchapada de negro azabache fué aproximándose hacia donde me encontraba, desplazándose lenta pero certeramente hasta posarse justo encima de mi cabeza, cubriendo al sol con una amarga sombra impenetrable. Iba destilando un repulsivo olor a calamidad al irse acercando. Un olor a tierra mojada con sangre y sudor de lejos, muy lejos, como si desde medio oriente viniera, o quizá de más lejos aún; tratando de digerir en sus entrañas una existencia magra y ácida de pólvora, carne de cañón, opiáceos y oro negro, de los cuáles se dio de alimentar a su fastuoso paso por todo aquello, lo vasto de los conflictos. Olor a purga era, al que estruendosamente le siguió  una cortina de negro líquido gástrico que cayó en baldes, lavando así su estómago sobre mi cabeza. Todo empapado después de la primera ducha, vencido y confundido, me senté en un reborde de escalera para recobrar fuerzas. Me encontraba muy agotado y turbado, jadeando desesperadamente. Sucio, sucio, Sucio. Perturbadoramente sucio. Una vez más respiré, muy hondo esta vez, conteniendo todo el aire que pudieran soportar mis pulmones, y lo mantuve en el fondo “Veré hasta donde llego”, me dije…


 No pasó mucho tiempo hasta que expiré.


 VIVO


 La Libertad de verdad se me acercó una vez, amigo, te lo juro. Y la gente corría desesperadamente buscando refugio de la intensa lluvia que caía a baldazos. Gatos y perros cayeron esa tarde de mayo en Plaça Catalunya. Si… ahí mismo… En esa esquina de la plaza donde pasas todos los días a la misma hora y no te das cuenta de nada.




21 de marzo de 2012

Verbo Fiebre


¿De donde vienes con tanta brisa? Te lleva un resabio por la tangente, resbalas en un renglón sangrado comenzandolo todo de nuevo y adoras. "¿Que fué de tu sueño?", pregunto. Miras de nuevo, doblas el cuello cuando chascas la lengua al posarte sobre otro cuero mojado más, palpitando quizás sin pecho tu curva intransigente. "Ahí voy de nuevo, después... Sola no crezco, me limito a encuadrar sin miras. Rozo lo sensible hasta que me canso". Y así nos vemos. Platea la luna interminable cuando un humor nos envuelve desde las rodillas y hasta la punta de la lengua. La duda me invade sin dejar las riendas. Sigues riendo. Miro a todos lados esperando testigos que no vienen. El agua golpea desde detrás nuestro mientras la arena esboza unos garabatos de luz desde los bares, que al final, se funden con la espuma que va y viene del océano. Es una noche de verano, que inverso, se nos estrella y abarca, nos domina con todo. Te subo. Quiero más vino. Mi charla se sigue pétrea al recibirte muda, solo ríes y besas tan rara y obcecadamente. El silencio nos interrumpe. Solo una brisa salada se oye aún ahora. Y tu suspiro hondo, preñado de contracciones del vino, el galope y las cremalleras liberadas, que me susurra jadeante un verbo al oído: FIEBRE.