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25 de octubre de 2012

Corazón roto de felicidad

                            
                            
 
  Anoche caminaba lo más choto y totalmente en otra por el centro silbando bajito lo que sonaba en mi mp3, hasta que me caí de bruces sobre el adoquinado gracias a un bulto olvidado con el que tropecé en  medio de la vereda. Me cagué en todo mientras me fui  incorporando y sacudiéndome la ropa. Me volví a él y con un dedo curioseé el contenido de la bolsa de papel... ¡Un corazón, coño! Lo saqué con ambas manos, con mucho cuidado, rompiendo los bordes de la bolsa y lo miré descreído. Vívido seguía latiendo. Con los brazos extendidos al nivel de mis ojos no pude contener la tentación y lo estrujé con todas mis fuerzas, manchándome así toda la cara y el pecho con un rezumo de asquerosa, repugnante y dichosa FELICIDAD.
 
 
 

20 de septiembre de 2012

Así es como se preparan los boludos envueltos.



 Tómese un esclavo asalariado sexualmente inepto, una mujer insatisfecha con su teléfono móvil y dos pequeños adictos a la T.V. y a los videojuegos. Hágase un buen encurtido con ellos agregándoles una genocida pizca de descarnada globalización, acompañándola seguidamente con unos cuantos golpes de moralina cristiana diluida para después envasarlos herméticamente, al vacío en lo posible, en un departamento de 4 habitaciones a pagar en plazos variables según el Euríbor, para así, de esta manera, vayan tomando y conservando su  tan característico sabor mezcla de looser desabrido antiterrorista y barbacoa marca blanca del DIA. Cocínelos a fuego lento en una olla de pucheros después de haber pasado un prudencial tiempo macerándose la carne con el medio, en lo posible colgados boca abajo, para que toda la mala sangre se les aloje en las paredes cavernosas de sus cabezas. O sino al baño maría, el cual recomendamos, por unos 15 o 20 años  en su mismo jugo... bien apretaditos y adobaditos mientras bulle el agua pesada que los cuece suculentos, saliva con saliva, con una ramita de romero alojada en sus respectivos ojetes para darle un toque mediterráneo al mejunje. Y voilá, mon amie. Suena el DING, todo se va por la borda y listo el pollo. A comer se ha dicho. Recuerde servirlo en plato ovalado, centrado y acompañado de patatas ranch motherfucker después de haber sido fileteado. O en plato cuadrado, también centrado, pero acompañado de un revoltijo de setas invasoras que le rodee a modo de rescate económico. O utilice su imaginación, no le cuesta nada.

Le deseo con toda atención que le aproveche

Y que por el culo lo eche.

Así es como concluimos este espacio de útiles consejos gastronómicos.

Pero antes, un chiste

 
Buenas tardes.
 
 
 

12 de abril de 2012

Por la boca sueña el muerto


El mundo no es suficiente

 

  ¿Alguna vez soñaste que un gorila te persigue por los pasillos de un hospital?. Si, a VOS te lo pregunto. Un big fat motherfucker. Dos metros de altura. Cubierto de un largo, aterciopelado pelo plateado de sudor. Una enorme, gigante cabeza, sin cuello y agitada de vaporosa rabia, del mas  puro instinto animal, que escupía furia salvaje desde los colmillos inyectados en sangre, acechándome por entre los pasillos de un hospital vacío.
            
          ¿DONDE MIERDA ESTABA TODO EL MUNDO?

   Ni enfermeras ni enfermos, ni personal de limpieza ni de seguridad. Completamente vacío. Solo yo y el inmenso animal persiguiéndome. Pero eso si... intento saber el por qué, yo aparezco en el sueño con mis viejas Polaroid puestas... Debe haber alguna  explicación sensata a semejante mensaje onírico que manda mi subconsciencia, ¿no? Es sabido que a veces este tipo de sueños suelen ser premonitorios. Que tu mismísimo SER, por medio del subconsciente, y a través de un sueño, ejerce de pitonisa advirtiéndote sobre algo que vendrá. Quizás que tenga que ver con vos, o con los que te rodean, o hasta con la humanidad misma.  Una especie de mensaje codificado en el universo surreal de la psiquis en reposo obligándote a viajar a un mundo paralelo, cinematográfico a veces, de miles de efectos especiales y guiones imposibles, que tal vez signifiquen algo si puedes interpretarlos. O tal vez no. Tal vez sea por que la noche anterior comiste demasiado de la fabada de la vieja para la cena, y lo remataste con un café cargado con unas gotitas de ginebra Bols. Nunca se podrá saber.

4 de abril de 2012

Impotencia creativa el día después de releer El Almuerzo Desnudo



En la cama

 Aunque lo quiera intentar, no pasa nada. No llega lo que iba esperando se presentase en forma de sueño o candor. La estuve buscando y esperando se materializase anudando mi perfil a la almohada, acechándola con la punta del pié en la esquina de mis sábanas atlánticas, pero no se presentó. Cumplidos ya; me hice todos los protocolos de invocación probables, y no se presentó. Meros hechos en vano al fin. Quiero pero no puedo. Las circunstancias del tremendo ruido ensordecedor del tráfico a estas horas, lo bastante brotante por la caída de los ojos y de las aves de paso sobrevolando mi inconsciente en este letargo, no me condujeron a nada esta mañana estéril de principio de milenio. Así que me voy volando al parque, a los jardines de Montserrat, en búsqueda y captura de una Mussa.

Una vez en el parque

 Aquí solo escribo por escribir, y mi letra se rige sin voluntad. La inpiración, se me aparece como un pulso de fenicio movido solo por el espacio y el tiempo. A las formas les dá figura; son manchas de manos en una roca de salitre conservada como un fresco y seco kilate de bacalao noruego de Pascua, al que un lozano chorro del agua del grifo lo ensancha, le dá olor humano, amalgamas de contrastes y prosa desquiciada. Pliegues, boleos y reveses también le da, la hace a mi letra hierba de pastoreo, bloque de hormigón, barco de viaje solar. Pero no, se escurre entre mis dedos esta vez la inspiración, patalea sin freno, coletea desesperada, maniática por sobrevivir, desesperadamente branquial nadando en mi cabeza, o caminando lenta y pesadamente en ese lecho arenoso de mi estanque, sin oxígeno que respirar, desplazándose desarticuladamente en ese oscuro fondo arenoso y en tinieblas, donde mi fauna autóctona se pierde en laberínticos enredos por la falta de luz, y donde me sueño los gestos desfigurados, salidos de un caño del escape mitológico actual. Siento los martillos neumáticos, si, me llegan sus machaques desde lejos, desde la superficie misma. Veo pelos roñosos y a cuatreros con un aparato pegado al oído. Me prometo, despertaré solo por una vibración que ruja desde debajo. Desde debajo de la tierra  misma, que vibra a veces, enloquece sobre los rieles del transporte metropolitano que pasa por debajo mío y del fango de la lluvia de anoche, que se sulfura, y mata al cordero negro que hay en mí de un tajo en la yugular. El bloqueo es mental.

 Mi fondo es oscuro, ni una pizca de luz se filtra ni aunque el efusivo beso de esos amantes sea el del noble reencuentro. Escribo esto notando que mis pies están fríos y azules. Una manta negra me cubre hasta los tobillos, es mi único refugio en éste útero gris, que se me queda corto al escupir, las entrañas de la tierra, sus mártires grises a la luz de las nubes por los túneles de salida al exterior.

 Dicen que esta noche hará frío. Que en Manchester alguien gritará TE QUIERO..!, pero en Barcelona, las palomas gorjean al costado del kiosco de revistas, las nubes proyectan un día insípido de agua pesada destilada, y las hojas secas ruedan magras en las lagunas sin oxígeno. Pienso en no leer esto nunca más. Solo escribirlo y nunca más leerlo, ni dejar que nadie más lo lea nunca. Pero lo escrito, queda así. Y tal vez algún día, revisándolo de nuevo, puede ser que quizás esta noche o dentro de cien años, me imagine a ti leyéndolo y comprendiéndolo, porque eso mismo hace que este país que llevo dentro se mueva y repique sin drama, con insanidad y pasión.

Todavía en el parque

 Ahora mismo no me salen las letras, ni siquiera los himnos rumanos que alguna vez supe recitar de memoria. El bloqueo es mental. Jardines de Montserrat. Metro línea 5. Alquiler, venta, bolsas de basura. Chinos escupiendo al suelo. La orden del día fue la de escribir algo con sustancia, pero solo veo charcos de agua puerca, profunda y densa, algunas palomas cerca del kiosco, y miles de huellas que se dirigen hacia algún lado del negro lecho amazónico que hay  entre Calabria y Rocafort; veo un chop suey escupiendo humo hasta por las orejas y a las cafeterías de enfrente recibiendo el año de la marmota. 1929, el año que el café tuvo gusto de verdad. Y supo bien el café: como a tierra judía de nadie.

Finale Reflexiva

 Estos desvaríos se limitan a ser lo que son: flagelaciones incongruentes, o golpes lanzados a la negrura espeza y aterciopelada donde recala a veces la nula inspiración en blanco. Si no tienes nada que contar, mejor quédate con las ganas hasta que te amarre una vez más la iniciativa loca de escribir algo concreto y sustancioso, preferiblemente real y fiel al mordaz desenvolvimiento de las circunstancias. Que encaje por lo menos en alguna sección de alguna revista de tendencias. Escribe con retorcido pulso acerca de trivialidades o desfachatados personajes de la vida real en los barrios bohemios de la ciudad. O imagínatelos, que más dá. Tal vez así te den bola alguna vez y no te crean un demente de diccionario. Mientras tanto, sigue con ese tal Burroughs, que vas muy bien.

21 de marzo de 2012

Verbo Fiebre


¿De donde vienes con tanta brisa? Te lleva un resabio por la tangente, resbalas en un renglón sangrado comenzandolo todo de nuevo y adoras. "¿Que fué de tu sueño?", pregunto. Miras de nuevo, doblas el cuello cuando chascas la lengua al posarte sobre otro cuero mojado más, palpitando quizás sin pecho tu curva intransigente. "Ahí voy de nuevo, después... Sola no crezco, me limito a encuadrar sin miras. Rozo lo sensible hasta que me canso". Y así nos vemos. Platea la luna interminable cuando un humor nos envuelve desde las rodillas y hasta la punta de la lengua. La duda me invade sin dejar las riendas. Sigues riendo. Miro a todos lados esperando testigos que no vienen. El agua golpea desde detrás nuestro mientras la arena esboza unos garabatos de luz desde los bares, que al final, se funden con la espuma que va y viene del océano. Es una noche de verano, que inverso, se nos estrella y abarca, nos domina con todo. Te subo. Quiero más vino. Mi charla se sigue pétrea al recibirte muda, solo ríes y besas tan rara y obcecadamente. El silencio nos interrumpe. Solo una brisa salada se oye aún ahora. Y tu suspiro hondo, preñado de contracciones del vino, el galope y las cremalleras liberadas, que me susurra jadeante un verbo al oído: FIEBRE.

18 de marzo de 2012

Waiting for Sun-Sex to come/ Primavera's dreamming



Todo sigue igual de jodido, querido amigo mío. Lo único que le atañe a la esperanza en estos días de gloria, es que detrás de esas nubes tan negras y esponjosas como vello púbico, un flameante Sol-Sexo, expectante y apretando el tan nervioso y contenido billete de 50 en un puño, vaya aguardando un turno inalcanzable, casi, de fecundarnos a todos uno de pies a cabeza con su lluvia dorada. Embadurnados con su leche potenciada en vitamina D, tibia y sudorosa goteando desde esos gruesos y erectos Rayos-Peshetos que pretenden pelear por atravesar el cierre relámpago. A duras penas lo puede contener."Que la farisea primavera se quite el gabán y nos baile un minué encima de la mesa”. “CHICAS, chicas, CHICAS, a los que les manosean..?.: lamerte las botas, besar las bolas chinas, lubricar ese presupuesto de estado”.


"NO PAIN"
 
 
Eso espeta
 
El sol se esconde, no quiere salir en las noticias brillando de incógnito con cierto bulto a mitad de cuerpo donde su figura se matiza con una carpa ambulante. Lo controla todo con una mano desde el bolsillo del pantalón. Él puede con ello. Le ha ocurrido anteriormente y tiene alguna experiencia en ese campo. "(A ver: unas monedas y el Smartphone, un condón con sabor a Cherri Bomba, papel de armar y vaselina)". Se rasca la cabezota como despellejando una ciruela madura, una granada de mano. "Ya viene... ya vienee...Miralo como asoma...JA.". Un delincuente juvenil, campera de cuero. Un suicida. "Mirá, mirá... como se cuelaaa...Parece rajar las nubes como a confecciones baratas... A Los Nuestros, a los muertos...!!! Sálvese el que ceda…!!!"

La fila es extenuante. El Sol-Sexo piensa que quizás le tome el resto del día y tal vez algo más para que lo entiendan. "Se comenta que la Primavera está de vuelta..." "NICE PIECE OF ASS". "La mejor del mojado oeste, Mr Sun-Sex... Una calamidad la mantuvo en bambalinas por unos cuantos meses y ahora solo quiere, implora querer; necesita que la lluevan... Viene seca la lujuriosa... Un faisán goloso, my friend." El sol sigue esperando su turno apretando bien el billete. Algún día se le tiene que dar.... Se le tiene que dar... Algún día. Yo, por lo pronto, me calzo el chubasquero. No vaya a ser cosa que me pille de cuclillas el muy chistoso equinoccio.

12 de marzo de 2012

Diario del león y la marmota (parte 1, El León)



Ahí viene el candidato de nuevo, con el torso desnudo y un arco de triunfo entre las piernas, sostenido únicamente por unos mástiles satisfactorios de un flash que enceguece. París estaba tan linda que le dio una cagadera de perros. Desde el Louvre, la cinta transportadora lo llevó al cementerio donde las viejas glorias se revuelcan en el lodo y una espesa y húmeda calima pende sobre ellas. Hundió un dedo en el fango al recién entrar, mientras trató de estrangular esa sensación de conquista perdida en la pierna entumecida. Venció el carraspeo de rodillas, ante la lápida de una vieja gloria de bronce. La siente retorcerse entre las raíces del ciprés, como una anguila en la orilla universal de un río, como una piedra en el riñón, un dolor en los huevos, o como un pensamiento caduco. Y todos los que pasaron a su alrededor flotando a un palmo del suelo lo vieron así como estuvo, caminaban rodeándolo y riendo, hundiendo sus narices en los cuellos de sus gruesas gabardinas. Desde lo alto, un rayo que se coló rajando la espesura les frunció la mirada, todos están muertos, atónitos por el paso del tiempo que va como un viento que de los charcos viene, sumergidos con la nariz en Sopor Nº 5 y en tréboles de cuatro hojas, transportando la ignominia a un invierno ecuatorial del negro y sudoroso almizcle de las consecuencias nefastas. Los muertos muy estirados siguen ahí, muertos e ilustres desconocidos, premiados por la sublime voluntad en vida de ir descalzos por la vereda del sol, contemplando como una placa recordatoria anida en casi cada esquina de la ciudad y las enciclopedias. Se los imaginó colgados de un cielo raso, bamboleándose cual condecoración en el pecho, que a estas alturas, ya ni sus pensamientos ni sus tormentos valen lo que su peso en silla de ruedas. El candidato gana. Existe. Respira y bufa una vez más al electrificar sus movimientos. Un angelito rosado y regordete pende del cuello de aquella estatua que señala al cielo, y por delante, pudo ver a los canallas, tomando la tierra ya conquistada con un escozor que les enciende las nucas rojas. Borrachos, beodos saltimbanquis flotando en una pata, conjugaron los flashes en un caleidoscopio donde las obras monumentales, los soldados desconocidos y los pies salados, confusamente, al costado de todos los ríos del mundo se recopilaron fundando civilizaciones. Y el Sena ha sido una catarata de ideas desde siempre. Simples ideas de vívidos resquemores que al final fueron a desembocar en un inmenso mar muerto a escobazos, al que todos los barcos extendiendo velas han ido en zozobras a hundirse sin más. Pero hay elefantes que sostienen este mar y todas las cosas. Lo hacen plano y artrósico a este mundo, al mantener a toda costa la idea primigenia de obtusidad, que es tan redonda como la última cena del Cristo, en la que todos los actores cumplieron con su función, y los traidores, apenados de su suspicacia, al verse ellos mismos desde ojos vacuos en la esquina negra del miedo donde las enfermedades se curan con sangrados en este sórdido vértice de la encrucijada existencial, se mutaron en unas sanguijuelas apestosas que te chupan el alma como si de cabezas de camarones se tratara, chupeteándose los dedos que se huelen desde la legua, para mezclarse con los fluidos estomacales de los gatos sacros de Notre Damme, jurando multiplicar los panes y los peces como un lobo su inocencia, como si ante la paleta sin ganas de un maestro pintor sin luz se encontraran. El candidato juró lealtad cortándose un dedo, ofreciéndoselo a su sanidad. Caminó solo de vuelta, pero bien acompañado esta vez por él mismo. Compró unas baratijas en Montmartre y las guardó en su joroba. Vió caer el sol hacia algún lado fundiéndose con la estela de los edificios en el Pont-Neuf, clavándose en la memoria de los siglos de las luces. Su día fue satisfactorio en principio. Aprendió que está solo. Y esa misma noche, ya de vuelta en el hotel, un saludo y una larga alfombra gris lo condujeron al elevador, habitación 315 en Montparnasse, con vista al patio interno y a una inmensa torreta de telecomunicaciones. Abrió la ventana, encendió un cigarrillo, y apoyando sus codos en el umbral de la ventana dejó que el rumor del exterior le refrescara los recuerdos de aquella experiencia que acabó de vivir esa misma tarde, tan vulgar e impersonal y obtusa, que de tan subyugante, le dejó la mandíbula desencajada y colgando de un hilo de baba. Se incorporó y apoyó un hombro al dintel, borracho de éxtasis, así es que esbozó una sonrisa como un cuarto creciente. Que feliz y deslizante se ocurría.” París está que se sale… Hoy es sábado noche y ya cobré… 20 euros la mamada… Suena interesante… Tal vez le pida al recepcionista ese número de teléfono…”