7 de junio de 2013

Sobre los que van al infierno

 
   No creo sea el mismo infierno al que puedan ir las almas en pena de ciertos personajes tan nefastos para la historia de la humanidad como las de otros no tanto. Sería inmerecido juntarlos en la misma bolsa. Me cuesta creer que podrían compartir caldera hijos de puta de la talla de Pinochet o Videla con otros genuinos merecedores de un descanso eterno en el infierno como Ronnie James Dio o Bukowski, que sabían de antemano irían derechito a él, pero como miembros selectos y privilegiados de una auténtica casta de anti cristos por derecho propio, mimada y muy tenida en cuenta por el maligno cuando caminaron entre nosotros los vivos, destacándolos por sobre la merienda con el increíble don de la comunicación del mensaje de vivir libres en el malogrado Edén terrenal. No me lo imagino a Hitler o a Mussolini o a Reagan o a Pol Pot o a Franco paleando azufre bajo el látigo del Ángel Caído con Poe, Lovecraft o Cobain y cientos de comunistas y psicólogos al lado, lamentándose por la eternidad y encorvados sobres sus picos y palas excavando el centro rojo de la tierra para avivar el fuego interminable del castigo. Es muy injusto de ser así, deberían existir dos infiernos. Como dos cielos. Uno encantador y otro más jodido, más cercano a Dios y las semejanzas.
 
 

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