22 de febrero de 2013

A day in life


                         
 
 
  Cuando te das cuenta de que todos los caminos conducen al mismo destino y las flechas te atraen al mismo norte magnético donde todo al final muere indefectiblemente, se marchita, caduca, sentís como una pesada losa se apoya sobre tus hombros y pensás en lo largo del viaje y en el poco tiempo que te tomará recorrerlo.Y te resultarán vertiginosas las imágenes que se te aparezcan de como a veces se te pasa todo de largo una vez subido al tren de las rutinas. Pero después de un momento se te aparece lo magnifico y maravilloso del paisaje, que al final te alcanza y todavía tiene algunas monedas que darte de vuelto a pesar de lo difícil que te resultó creer que debas vivir tanto. En los jardines de Montserrat hay dos palmeras y yo me siento a ver, a matar el tiempo mientras me muero como todo y todos.
 
 

18 de febrero de 2013

Mi Secreto


 
 Ya comí, ya bebí, y ya me eché una regia cagada después de todo. Uffff...realizado por hoy. Mañana será otro día de mierda seguro. Me voy a dormir, pero antes, me tomo 5 minutos y me preparo el licuado de mañana. Tomo licuados para mover el vientre, la voy de naturista, viste. No tomo nada de comprimidos ni hostias que me agujereen el estómago o me dañen el colon. Es muy efectivo mi método, deberías probarlo, lo encontré en una revista del doctor Porelortti que ojee mientras esperaba mi turno en el consultorio de mi coach y le agregué algunas cositas. Tomo medio kilo de ciruelas pasa junto con 4 cucharadas de avena en gachas, las proceso en la licuadora y a lo último les agrego mi GRAN SECRETO para un seguro y fluido tránsito intestinal: un six pack de Activia frutos del bosque y el jugo de tres naranjas. Es un método infalible. Un sano transito intestinal me mantiene la cabeza despejada. Te invito a probarlo. Lo podés beber como yo antes de dormir, y si te gusta o sos muy estreñido/a, tomarlo también en ayunas por las mañanas. No te imaginás lo bien que se siente ir bien cagado por la vida. Vas a laburar y no te jode, te recagan a pedos y te resbala, ponés las noticias de la noche y toda la mierda que pasan te parece un cuento de niños. Hasta le doy bola a los captadores de socios de Greenpeace y todo. Una maravilla como me ha cambiado la vida. Gracias, dr. Porelortti.

 

13 de febrero de 2013

Lo que queda del cuerpo (extracto)

 
 



-Hay que terminar el escabio, los ratis no permiten pasar a nadie con nada, loco. Ni cintos ni nada. ¿Bobby te llamás vos? Pasásela al gordo.

-Me llamo Ernesto.

-El gordo te llama Bobby todo el tiempo.

-El gordo es un pelotudo.

 Entre risas nos apiñamos contra los de delante, unos pibes de Junín que viajaron toda la noche y no nos dieron mucha bola. Le di un trago largo al vino caliente y se lo pasé a Peto que iba detrás mío. Sentí un ardor que me calcinaba la laringe y la boca del estómago como una erupción interna, a pasos de pingüino la fila se iba acortando, la gente cantaba, todos le cantábamos a los caretas.

-Que pedo tengo, boludo- dijo Bobby

-Yo también- dije

 Peto le pasó la caja de vino a Luquitas y Bobby se la pasó a Saverio, que después de darle un buen trago se la pasó al Gringo y este a Papple y de nuevo a mí, que me acabé el fondo cerrando los ojos y apretándome la nariz para poder tragar mejor todo ese resto de taninos y otros minúsculos materiales de dudosa consistencia que quedaban en el fondo. Estaba re loco, estaba ciego del pedo que llevaba.

-Eh, gordo, ¿qué te pasa?. No me seás mantequita, eh…- me gastó Papple.

 Nos sonreímos en una mueca bobalicona que yo no entendía y seguimos avanzando a paso de plomo. Muchos pibes pedían monedas para comprar la entrada, otros te dejaban en la mano unos papeles fotocopiados con fechas de bandas que ni cristo ni el diablo conocían. Nada de mochilas ni cintos ni cámaras ni objetos punzantes. Antes de ser palpado por uno de los cerdos de la federal pude ver la gran pila de mochilas confiscadas y todos los cintos y las cámaras y los objetos punzantes que no dejaban pasar tirados a un costado del acceso. Papple y el Gringo se le cagaron de risa al rati en la cara, yo me mantuve a duras penas inmóvil a mi turno del cacheo, pensando en contener la risa cuando el  gordo hijo de puta cornudo y de bigotes me tanteara las pelotas, lo cual hizo, provocándome algún gesto que me delatara borracho y me pidiera ver los documentos y se diera cuenta de que era menor de edad y no me dejase entrar en las condiciones en las que estaba. Pasamos todos con éxito, corrimos inútilmente para adentrarnos aún más y salimos al ras del campo abierto al cielo, cubiertos de sudor escarchado en los lomos. Era ese amplio territorio el fondo de un cráter inmenso que escondía un verde valle bajo la superficie de plástico que protegía el césped donde se jugaba al futbol. Mil gradas rodeaban al campo. Inmenso, delante nuestro, el escenario. BALLBREAKER.

 

6 de febrero de 2013

Noche de brujas (extracto)



   Un gran espejo abarcaba toda la pared encima de los lavamanos, había un cubículo para los que quieren cagar y dos mingitorios sin separador, me saqué el aparato y meé en uno, solo, la música y las voces del exterior formaban una bola sonora irreconocible, sentí como el pis caliente me atravesaba por la uretra hasta ser escupido desde la punta a la blanca porcelana. El ruido del chorro golpeando el plástico del desinfectante me relajaba, de la sensación de bienestar que me embargaba se me aflojaron un poco las piernas y se me electrificó la nuca. De un gesto inestable giré mi cabeza a la derecha y me ví en el espejo, más joven, el pelo más largo y menos escaso, más erguido sobre mi estampa y con los hombros más caídos; y mi cara, mi cara era una promesa que encerraba pasión, era inocente, casi femenina; era yo el que se reflejaba, el verdadero Joaquín. La meada fue muy larga y placentera, me acerqué al lavamanos sin quitarme ojo, me enjaboné las manos usando el dispensador, junté un poco de agua con las manos en cuenco y hundí la cara, fregué, me la aclaré con más agua y de repente el hechizo se había esfumado. Bajé decepcionado la vista y pude ver sobre el dispensador de jabón algunos restos de polvo blanco que parecía bicarbonato. Me sequé las manos, y al darme vuelta para salir uno entró de un golpe a la puerta, trayendo a sus espaldas un ruido de locos que venía del bar ya atestado de gente, tenía pinta de gorila en celo, la mirada nerviosa y desafiante me preguntaba ¿Qué pasa? desde dos metros del suelo, nos cruzamos unos chasquidos de lengua por el encontronazo y salí seguido por su venenosa mirada expectante de respuesta, pensando que unos cuantos años antes me hubiese animado a encarar a cualquiera si la merca estaba bien cortada.