9 de diciembre de 2013

A 2000 años luz de casa. (#2 Dream)


 
 
 
  Sé que se está bien aquí. Estoy a 2000 años luz de casa. En una especie de castillo nepalí construido al borde de un acantilado futurista, sentado en el centro de un salón inmenso, abovedado y con mala acústica. Hay unos calvos vestidos con togas multicolores que se pasean sonrientes y comedidos preguntándome si estoy bien, todo el tiempo. Lo hacen con un ridículo acento francés:
  ¿Está usted bien, Monsieur Bertolo? cualquieg cosa que jequiera nos lo hace sabeg. Jecuerde que aquí estamos para ayudagle.

  Se me abalanzan ante cualquier movimiento que hago y les resulte inconveniente, sobre todo cuando me friego la nariz con insistencia; algún pelotudo dejó el aire puesto a los topes y no paro de moquear una aguilla molesta que les resulta prueba suficiente para acosarme con semejante despliegue de molesta diligencia.  Llevo un cinturón blanco atándome la túnica naranja de los sagrados maestros, estoy descalzo, veo un reflejo en el ventanal que me proyecta calvo, flaco como una parca, barba espesa y canosa, larga y cuadrada como la de los bustos griegos. Hay reproducciones de cuadros de Miró colgadas en las paredes de la sala, budas y luzbelitos sobre pedestales de distinta altura ante una gran reproducción de un cristo calvo, muchas velas encendidas en candelabros de seis brazos y como línea músical hay un grandes éxitos de los Doors puesto en shuffle como lo tengo pedido.
 
 
 

4 de diciembre de 2013

Entrevista a Alejandro Venux. Por Cristian Bertolo



    Entre los poetas siderales, aquellos que navegan sin brújula por las constelaciones y la metafísica del ruido blanco, podemos destacar a los majaras y a los impersonales, a los que buscan un espíritu de tacto o una vana liberación del intestino. Alejandro Venux, radicado en Sitges, poeta punk anti todo y confesado estreñido, nos sumerge en su personalísimo mundo y nos da algunos datos acerca de cómo lo concibe y por qué.

    ¿En qué te inspiras para escribir?

    Es sumamente relativo, según mis estados de ánimo es ke recurro a las influencias televisivas tanto como a las místikas. Siempre tuve ke luchar con la sensación de ke hay humanos ke son askerosos y con la repugnacia que me despiertan. Tuve ke trabajar mucho en mi para deshacerme de esta askerosa sensación y komprender todo desde otro punto de vista ke me afecte menos. El cerebro es un ente ke puede ser disociador, ke debe ser tenido bajo el mando del poseedor, de esta manera suele konvertirse en algo útil. Por eso es ke medito frente al televisor kon los programas de sobremesa puestos, sin volumen, edukando mi mente y mi espíritu, respiración, mente en blanco, con un tetrita del Mercadona al lado que me aporte soltura. Así escribí mi último poemario: Ya no odio más a nadie, que saldrá a la venta el mes ke viene. Ahora necesito kalma e introspección. Odio la hiperaktividad mental, solo crea mentes inkietas, odio la inkietud, esto si ke se puede odiar sin karma!!!

    Defínete como poeta punk anti materia, ¿de qué se trata tu filosofía?

    Soy fan de la nada, de no opinar y decir mis gustos acerka de nada, de no participar en ningún grupo de aktividad de nada, de no polemizar en nada, de no pensar en nada, de no interesarme en nada del futuro o del pasado, de no tener miedo a nada, de la nada en síntesis. Kuando veo que me voy haciendo fan de algo, me retiro y me prometo dejar ese vicio. Lo del punk ya paso, ahora en mi nueva versión me nutro de solfeggios para ekilibrar mis chacras. Meditar y meditar para luego llegar bien fresko y koncentrado a los realitys de la noche. ESTIMULANDO EL CHAKRA DEL KORAZÓN. Reduciendo mi imagen al pequeño rektángulo de un reproduktor de videos digital, kalvo, gafas oskuras, cejas depiladas. Sigo una dieta japonesa rika en magnesio y fosfatos a fin de poder realizar mejor los ejercicios de kanalizaciones (no komo más karne de animal ke haya tenido sentimientos). Es mi misión kontar mi experiencia, un día kunda se destapo en medio de una sesión meditativa (medito a tope desde hace kuatro meses). Reaktivas ADN. Ninguna función es igual después de esto: ya no veo igual, no eskucho igual, no tengo el mismo takto, estoy muy tranki y en paz, cero ansiedades, sólo trato de trasmitirlo a gentes ke pienso se puedan interesar. Solo a gente ke se kedó, ke no tiene ningún interés existencial. Hay muchos.

    ¿Y meditar ha influído en tus versos?

    Por supuesto. Si te fijas, mis anteriores poemarios eran oskuros y anti sociales, sin solución. Un día deskubrí kunda y todo cambió. EL UNIKO CAMINO KE ENCONTRE PARA SOPORTAR TODO ESTO ES LA MEDITACION, USTEDES HUMANOS SINCERAMENTE SON LO MENOS, UNA HISTORIA PARA TIRAR POR EL INODORO. Y te digo, por más pacifista ke me haya vuelto últimamente, tengo mi mandala afilado a mi lado, por si vienen....por si joden. Todos nos defendemos de todos, siempre fue así. La ignorancia siempre fue la peor enfermedad, la mayor pandemia, cuando los imbéciles se unen y son uno. Son pobre gente aferrada a la nada, ke se fue multiplicando y se irá multiplicando, llevando la bandera de la estupidez, lo mórbido y lo putrefacto. Mandalazo por la kabeza!!!

    También se te ve mucho por Facebook

    Sí, es un arma muy útil komo lavativa existencial. Me dediko a komentar mis ejercicios y puntos de vista kasi a diario. Por ejemplo, esta misma tarde publiké un poema nuevo que tuvo 5 likes, después de una sesión de solfeggios de 852 Hz con el Sálvame puesto. Sin lugar a dudas prefiero ese rato de Facebook a estar en kompañia de mucha gente. Aunke mi komentario te parezca de índole negativo, la intención no lo es, no todo es lo que parece.

 
    ¿Lo podemos publicar?

    Klaro.

Estoy kontento conmigo
 Sé que tengo buen korazón
Hace tiempo dejé el slogan
De que todo es una mierda

 Si uno está en esto
Kreo que por algo ha de ser
Me sobran razones para estar
En esta vida

 Bueno, ahora
Después de esta reflexión
Tan profunda
Me voy a ver Jersey Shore


    Que cambio ¿Y cómo lo has titulado, genio?

    Om #9.

 

 

 

7 de noviembre de 2013

Veinte años de Rock & Roll


 
 
 
   Por ese entonces ya había descubierto la FM Rock & Pop y empezaba a gustarme el heavy metal con cara de culo, el bien quilombero que no le gustaba a ningún padre oír saliendo por debajo de la puerta de la pieza de su problemático retoño en edad adolescente. Ya desde temprano por la mañana ponía la radio, escuchaba el final del programa de Lejtman y el de un gallego que se hacía llamar el Mariskal Romero, un personaje salido de la Movida madrileña, que se había destacado por conducir programas radiales de rock en los 80 y que hasta grabó unos cuantos discos de dudosa calidad y menos éxito de versiones en castellano de clásicos de los 50 y 60. Se lo vendía en la radio como que era una leyenda viviente en España, que fue uno de los héroes de la Movida madrileña, que era amigo de Keith Richards y de Chuck Berry y que el mismo baterista de Toto antes de morir le había regalado un platillo que siempre golpeaba al aire diciendo: “Es que tengo una polla que no me merezco…!!!” ¡Crash!, y mandaba los temas y se cagaba en todo. Tenía muchos oyentes el gallego, yo lo escuchaba siempre. Arrancaba el programa a las nueve de la mañana con temas del viejo Ac/Dc o de los Stones, su banda favorita, y no paraba de tirar bombazos hasta el final, cuatro horas después y con heavy metal a toda máquina, justo antes de que sonara el timbre de acceso a las aulas y me quitase los auriculares de vincha de mi Walkman Sony hecho en Paraguay para tomar asiento en el pupitre del fondo a la derecha, solo, y recibir mi dosis diaria de adoctrinamiento inservible.
  Un día el gallego loco empezó uno de sus programas hablando de Led Zeppelin con mucho entusiasmo, que no eran humanos, que eran los dioses del rock, de que no hubiesen existido muchas de las bandas que yo escuchaba por ese entonces si no hubiese sido por ellos y bla, bla, bla. Me intrigó muchísimo saber más de esa banda, así que subí el volumen de mi doble cassettera para prestarle más atención a cada cosa que decía el gallego pirao sobre ellos o su historia, y después de eso le dio al Crash y puso el primer tema. Aluciné. Quise conseguir algo de ellos inmediatamente, pero no tenía plata, tenía que pedirle a mi vieja y no se animaba. “¿Rock? No pierdas más el tiempo con esa mierda. Vas a terminar trabajando para los chinos si no me levantás esas notas y el rock no te va a venir a dar de comer”, solía reprocharme. Estaba desesperado, así que fuí directo a su bolso y a su billetera como otras veces, para ahorrarme los sermoneos, la abrí y ví unos cuantos Ticket Canasta y vueltos en monedas, nada de guita esta vez. Entonces recordé la multiprocesadora que le regaló mi viejo para el quince aniversario de casados y nunca usaba por no entenderla, y la tenía semi nueva tapada con un montón de mierdas en un compartimento del mueble del living. Nunca la usaba, ni se daría cuenta. Así que me la llevé cubierta con un toallón hasta lo del Negro Humo, el electricista del barrio, le pedí veinte pesos que me pagó con gusto, el dinero justo para comprarme el cassette, quizás dos en el centro de Merlo si iba a la disquería de Av.Libertador que estaba frente a la confitería Los Alpes. Conocía al gordo que atendía, su dueño, de aparecerme todos los días a la salida del colegio para ver las novedades que sonaban en la radio y preguntarle algunas cosas sobre los discos. Quedó sorprendidísimo cuando le pregunté por si tenía algo de Led Zeppelin, agarró su manojo de llaves y lo seguí hasta la vitrina, abrió, sacó el cassette que me dijo lo tenía en venta desde que abrió el local, desde hacía siete u ocho años, y nunca lo pudo vender. Le pregunté que le parecía, si estaba bueno como para comprarlo. Me dijo que sí, que había muchos clásicos en Led Zeppelin IV: Perro Negro (uno de los que me partió el coco esa misma mañana), Escalera al cielo (otro) y uno que me dijo era el mejor tema de todos los del disco: Rock & Roll. Por supuesto que yo le pregunté por qué, el gallego no lo había puesto esa mañana. Me respondió que solo oyéndolo me convencería. Volvió al mostrador y sacó la mierda de Daniela Mercury que tenía puesta, adelantó el lado A bastante rato hasta que dio con el silencio que preludió a esa introducción de batería atronadora que se escuchó en el centro de Merlo aquel día de Perón de 1993 y paró todos los relojes en este recuerdo.
 
 
 

22 de octubre de 2013

Bob Esponja in the sky with diammonds.


 
 

 
 

  No creo en las casualidades. Estoy convencido de que por un motivo u otro es que una cosa deriva a otra y así siempre. (A) deriva en (B) y no puede ser de otra manera porque debe ser así. Llamémoslas causalidades, mejor. En eso sí que creo, en las causalidades. Aún desconociendo los motivos, algunas de estas causalidades derivan en las consecuencias que menos esperaríamos. Y eso las vuelve personalísimas y destacables. En mi afán de buscar causas y consecuencias es que por costumbre me siento en el banco más alejado bajo las sombras húmedas de Plaza Catalunya, gafas Polaroid negras, mp3 puesto al 20, me cruzo en un nudo de piernas y observo. Una, dos horas. Tomo notas. Tengo muy bien observados a los personajes de la plaza, pero mis favoritos son los turistas. A veces los dibujo con alguna de las fuentes de fondo o les insulto con letra grande imprenta ARIAL usando el boli rojo. Me crean una controversia, debo admitir, porque mi modo de ganarme la vida depende de la buena afluencia de turistas en Barcelona, pero por otro lado, me fastidia el solo hecho de que existan y todo ese circo decadente que tienen montado para ellos. En todo caso, no dejan de ser pintorescos sus modos de desenvolverse en un entorno desconocido y lleno de tantas tentaciones ideadas en exclusiva y solo para que ellos gasten todo su dinero. Alguna vez arrebatado por un impulso heroico de indignación quise avisar del engaño, hacer justicia por mano propia y aparecerme con una pancarta advirtiéndoles de que no le crean a nada de lo que les quieran vender o regalar con cupones de descuento, pero en ese caso me quedaría sin trabajo, ¿y de qué viviría entonces?, ¿de escribir sobre causas y consecuencias?

  De los personajes estables de la plaza, el que cobró cierta notoriedad es el nudista de la calle Ferrán últimamente. Aunque el nudismo está prohibido desde hace un tiempo por el casco antiguo, él se aparece a pelota suelta de todas formas y las alemanas viejas se vuelven locas. Cuando se aparece por la plaza acapara todas las miradas y enseguida vienen los de la guardia urbana o la policía turística para detenerle y redactarle una multa por exhibicionismo. A él se la pela porque todo el mundo le festeja, le sacan fotos y hasta, se dice, le pagan las multas ipso facto; posa para las fotos con tanto brazo y esquiva la ley con la complicidad de los turistas. Cuando se lo ve correr porque los agentes le siguen, el miembro le cachetea hasta el pecho batiendo sonoras palmas que llaman la atención, se esconde en algún lado y al rato aparece de nuevo. Y vuelta al desfile hasta que tarde o temprano lo aprehenden.

  ¿Y a qué viene todo esto?

  A que la semana pasada, como es mi costumbre, me puse a observar y me detuve en un niño castaño que iba tomado de la mano de una mujer castaña y encorvada que sería su madre (un niño de aprox. tres años), en la otra mano llevaba un globo hinchado con helio de Bob Esponja, de esos que venden en la plaza por cinco euros. El nudista de la calle Ferrán venía escapando una vez más de los esbirros a chota suelta desde la esquina de Portal del Ángel, la madre ante la aparición de frente le dió un tirón del brazo al niño y este asustado soltó el globo, que gracias a las leyes de la física se fue disparado hacia arriba, bien arriba hasta que desapareció en el napalm del cielo infinito ante la estupefacta visión del pobre niño, que al instante quebró en desconsoladas lágrimas. Al nudista de la calle Ferrán lo detuvieron una vez más rodeado de turistas, pero aquel niño castaño no dejaba de llorar y la madre no sabía cómo consolarle, varios se detuvieron para aconsejarla, el purrete lloraba a los gritos. La madre lo cogió en brazos y al fin pudo contenerlo, se acercó al puesto ambulante y una gitana de culo gordo le vendió un paquete de chuches mal embolsados, que al cabo de unas horas le provocaron tal descompostura al pobre chavalín en el autobús de vuelta a casa que se cagó encima con un olor nauseabundo. Gran sorpresa fue la de la madre cuando, de vuelta en casa, le cambió el pañal y la ropa sucia de mierda a su hijo y encontró entre las heces unas pequeñas piedras brillantes que al otro día se enteró que eran diamantes, según un tasador conocido del barrio de Sant Andreu; valiosos, muy valiosos. Siete magníficos diamantes por los cuales obtuvo una gran suma de dinero al venderlos en una joyería de Paseo de Gracia y que empleó para pagar la enorme deuda hipotecaria que había contraído con el banco que la iba a desahuciar, según el artículo de Sucesos de este periódico del domingo que leo en pelotas en la (nada turística) playa naturista del Prat, quemándome el sol de frente y escuchando como arranca el psicodélico track número tres y esperando encontrar el boli azul y el anotador cuando estire la mano al bolsillo de la mochila.

 

8 de julio de 2013

un insecto en la ensalada


 
 
carajo. ¿pero que es ese ruido? es medianoche, todo está en silencio como a estas hora menos el teclado. suena como a música en algún lugar. música fuerte, música ruidosa, como puesta al 20 de volumen. pero como metida entre trapos, como suena las veces que me olvido el mp3 encendido y me doy cuenta y voy a la mochila para apagarlo porque no quiero que se me gasten las pilas. pero no es el mío. ¿otra vez la paranoia? vuelvo ligero al cuartito de las neuras y me siento frente a la pantalla y aún persiste. afino el oído. ¿de donde mierda viene?. viene de la esquina. me agacho y el puñal que tengo clavado en las lumbares se me hunde más en la carne. el trípode, la mochila de la cámara, la guitarra española que compré en el lidl hace 5 años, la esquina mas oscura del piso, el empapelado levantado, el bolso de deporte de mi chica. el ruido persiste, pero aclarándose. viene del bolso. abro el cierre de un tirón. las zapatillas blancas de correr, su ropa de correr, su música de correr. ¿HOLY WARS?
 
 



7 de junio de 2013

Sobre los que van al infierno

 
   No creo sea el mismo infierno al que puedan ir las almas en pena de ciertos personajes tan nefastos para la historia de la humanidad como las de otros no tanto. Sería inmerecido juntarlos en la misma bolsa. Me cuesta creer que podrían compartir caldera hijos de puta de la talla de Pinochet o Videla con otros genuinos merecedores de un descanso eterno en el infierno como Ronnie James Dio o Bukowski, que sabían de antemano irían derechito a él, pero como miembros selectos y privilegiados de una auténtica casta de anti cristos por derecho propio, mimada y muy tenida en cuenta por el maligno cuando caminaron entre nosotros los vivos, destacándolos por sobre la merienda con el increíble don de la comunicación del mensaje de vivir libres en el malogrado Edén terrenal. No me lo imagino a Hitler o a Mussolini o a Reagan o a Pol Pot o a Franco paleando azufre bajo el látigo del Ángel Caído con Poe, Lovecraft o Cobain y cientos de comunistas y psicólogos al lado, lamentándose por la eternidad y encorvados sobres sus picos y palas excavando el centro rojo de la tierra para avivar el fuego interminable del castigo. Es muy injusto de ser así, deberían existir dos infiernos. Como dos cielos. Uno encantador y otro más jodido, más cercano a Dios y las semejanzas.
 
 

5 de junio de 2013

Jane y Yo

 
 

   Antes de metérsela paré y la tomé por un hombro buscando sus ojos, para que me oyera con mucha atención lo que quería que entendiese.
   -Si seguimos más adelante podría ser peligroso- le avisé.
  Ella asintió mordiéndose los labios
   -Date cuenta que no será más lo mismo entre vos y yo si lo hacemos- dije- Ya dejaremos de ser los mismos automáticamente.
   Le sostuve el brazo desnudo y blanco por la muñeca, ella se endureció y no quitaba la vista de mi boca. No quería que a ella le pasase lo mismo que a las otras, quería avisarle para que no hubiesen malos entendidos y cargos de culpa que nos dañasen más adelante. Yo a Jane la quería mucho. Éramos muy buenos amigos. Sería una lástima.
   -Cuando despertemos mañana seremos distintos, me vas a ver de otra manera, quiero que me asegures que lo vas a hacer porque querés hacerlo y no porque te lo pedí yo.
   Con media sonrisa me dijo que siguiera, que no parase ahora, que no le importaba porque lo iba a hacer conmigo y sería solo esa vez y nada más. A mí tampoco me importaba en el fondo. Jane al fin y al cabo iba a ser una más. Se la metí hasta la mitad y apreté, los ojos se le fueron para atrás con la cabeza al instante, una gotita de sangre liberó la vena del brazo cuando le saqué la aguja. Ella ya estaba  nadando en aguas marrones cuando encendí el mechero para calentar la cuchara, cargar la jeringa y hacerme el torniquete.
 
 
 

29 de mayo de 2013

29 de Mayo de 2013


 
 
   Que apasionante y complicada se vuelve la vida en ciertos momentos. Si me pongo a pensar en los recuerdos más pasionales que conservo en mi memoria, se me vienen los momentos en que los factores adversos que me rodeaban significaban absolutamente nada en comparación con la fuerza que me propulsaba a lograr la meta que me había impuesto alcanzar por sobre ellos. Sabía que debía pasar por una serie de pruebas de fuego, que no iba a ser fácil siendo yo tan joven e inexperto, pero estaba dispuesto a enfrentarme a lo que fuera con tal de lograrlo; pasase lo que pasase, no lograrían doblegarme nunca porque mi armadura era de hierro. Pero no pasó nada.
 
 

30 de abril de 2013

Recojo cartón


 
   Al tipo le quitaron la vida, lo inutilizaron como persona. Le insultaron, le pegaron, le hicieron la vida imposible desde el comienzo de sus días. Séptimo y último hijo varón de una familia de lobizones, problemática y mantenida por un borracho que maltrataba a sus niños y a su mujer. Tuvo una infancia marcada por la violencia y la desesperación de las calles de tierra del extrarradio. Transcurrió su adolescencia viviendo al costado del camino correcto, como era de esperar, siendo un chico muy conflictivo y soñador, lo cual le condujo a vivir una juventud de vaivenes que al final no lograron esperanzarlo mucho para conseguir lo que quería lograr en la vida que se propuso vivir. Nada le entusiasmaba. Vivió en una película de Disney algún tiempo. Se dejó llevar por las corrientes de las corazonadas y el miedo a la derrota mucho tiempo hasta que se dio cuanta de que, ya al cumplir 25, estaba tan corrompido por lo que le rodeaba que así decidió sentar cabeza de una buena vez, casándose y formando una familia. Lo cual hizo, fue su personal método para auto convencerse de que la vida tiene algún sentido al fin y al cabo. ¿Qué es más imprescindible que la familia? Y él quiso ser un buen padre, no como el suyo. Debía darse cuenta de que la suerte ya no es un método de supervivencia, que debía comprometerse alguna vez en su vida, compartirla. Necesitaba demostrarse a si mismo que podía con todo aquello, el tener una casa, hijos, una parcela en el cementerio, el combo completo. Lo intentó. Lo intentó y le iba saliendo bien. Su vida era normal, como la de cualquier hijo de vecino que trabaja un turno de ocho horas y sigue las carreras de motos los domingos por la mañana. Pero no. Le mutilaron esa dulce esperanza de mínimamente ser feliz alguna vez en la vida cuando se quedó sin trabajo y sin casa donde pueda vivir y morir con los suyos. Quebró la fábrica. Su mujer se fue con la hija de ambos a ocupar su habitación de soltera en lo de sus padres mientras el anda vagando por las calles pidiendo las sobras, que son muchas a veces, para prepararse algún caldito que le caliente los huesos en las noches frías de indiferencia y solitaria ebriedad de la gran ciudad. No consigue trabajo. El subsidio que recibe del estado no le alcanza para nada, se lo entrega por completo a su mujer que lo liquida en pocos días, casi exclusivamente en el cuidado de la niña. Está solo, hace muchos meses que no tiene noticias de su pequeña. Su mujer le odia. Recoge cartón en la calle por no rebajarse a pedir limosna. Tiene 33 años y se llama Cristian Bertolo.
 
 

 

25 de abril de 2013

¿Para que?




   Colecciono frases que se publican en el Facebook o en Twitter. Soy una especie de Diógenes del copy-paste. Poseo miles de archivos en Word con frases de otros para inspirarme en ellas, para imaginármelos a los usuarios como serán en la vida cotidiana y cuáles serán sus apariencias. Las fotos que se suelen publicar no son las reales en los perfiles de estos sitios web, ni los datos de información muy fidedignos; hay mucho fantasma suelto en el campo virtual, ya se sabe. Aún así, muchas veces me asombro de la espontaneidad de algunas publicaciones y quiero guardarlas para un pormenorizado análisis a posteriori. Por eso mismo mantengo un muy organizado control de los archivos con todas las citas que me he guardado de todos y cada uno de mis contactos, con nombre y apellido o pseudónimo y las fechas en que fueron publicadas desde hace dos años. Son casi  quinientos los contactos que poseo, te podrás imaginar que es para mí una tarea ardua el organizar y repasar a diario a cada uno de ellos para lograr hacerme una idea de cómo son. Llegué a variadas conclusiones y decidí separarlos en grupos de distintas carpetas. Están los humanistas, los progres, los chalados, los idiotas y la familia. Las subcarpetas los divide en tres a cada uno: grupo 1, inteligentes, grupo 2, poco inteligentes, grupo 3, memos. Las subcarpetas más ocupadas son las de los grupos 2 y 3 de las originales, sobre todo humanistas y progres, la que menos, familia. Poseo mucha información guardada de gente que ni siquiera conozco en persona ni conoceré, pero me la imagino, y de esta manera conservo sus recuerdos en mi cabeza como el de algún amigo de la infancia al que le conozco todos sus puntos débiles. Y ahora vos te preguntás: ¿para qué?
 
 

12 de abril de 2013

#1 Dream


 
  Me cuelga del vientre como un mono de una rama. Es enorme, negro y asqueroso, con una cabezota redonda, roja y grande como una ciruela. Me espanto de verlo en detalle, sus arrugas, su cuello largo y venoso. Lo avivo un poco con la mano. Estoy solo frente al espejo, tan aburrido de todo, tan drogado por mis pensamientos y desnudo. Cierro los ojos y esa escena ocurre otra vez por detrás mío. Un pibe pasa a mi lado en la calle chascando los dedos como si le sonara en la cabeza una de Carl Perkins. Por delante suyo, va una de más o menos unos quince años, va sola y con unos pantaloncillos muy cortos marcándole el culito de niña crecida, sus piernas de espigas son largas y firmes, la cinturita sigue un compás al caminar como de patito feo, su camiseta roja de tirantes es corta y le afirma los nacientes pechos como dos conitos de leche, dos coletas rubias le cuelgan hasta los hombros, tiene algunas pecas y un tatuaje de henna en el brazo derecho con un corazón atravezado por una flecha. Me acerco a ella por detrás sin quitarle ojo de encima, la alcanzo en el semáforo de la esquina, me le pongo al lado y me mira de soslayo provocándome con esos ojos lánguidos de huerfanita, el niño nos pasa de largo sumido en su mundo, me doy cuenta de que algo pasó por los bocinazos, que de repente me acercan a la realidad y al charco de sangre en el asfalto donde me revuelco.
 
 

11 de abril de 2013

Disorder 9 am





   El metro va lleno, hace dos paradas que subí y el hedor que se respira en el interior de los vagones me hace pensar que tal vez me haya equivocado y esté viajando en el vagón de la carne o el de los presos comunes. Es la hora punta de las 9 de la mañana y voy escuchando mi selección de Joy Division puesta en shuffle al 20 de volumen. A todos los pasajeros los observo por encima de la solapa levantada de mi abrigo de piel de camello, veo que a unos les cuelgan las cabezas de los hombros, inertes, meciéndose suavemente de lado a lado como el tren frena y acelera. Hay chicas muy arregladas que se terminan de retocar los labios con mucho arte a pesar del movimiento bamboleante que da el vagón, hay muchos viejos que van sentados dormitando, el resto de la manada está revisando alguna mierda inservible en los aparatos táctiles como siempre. Subo la mirada y me detengo impresionado por el reflejo del cristal que me muestra como de pronto todos los que van detrás de mí se matan entre ellos, como se arrancan los ojos y se tiran los cueros. Bajo rápidamente la mirada buscándome los pies, un poco de acides estomacal me aflora de una pequeña arcada láctea. Los bajos suenan muy fuertes. Llegando a plaza Catalunya percibo un fuerte olor a metal quemado que se va espesando según para el convoy en la estación. Toda la masacre baja en tromba arrastrándome con ella, estoy atrapado en su embudo, que me hace subir las escaleras contra mi voluntad y pasar por el molino de carne hasta la calle. Llueve. Hace frío. Hoy no va a ser un buen día.

 

11 de marzo de 2013

Primera y última vez que escucho a los Clash


  La primera vez que escuché a los Clash lo hice de un cassette. La primera vez que escuché a los Clash tenía pelo y me gustaba faltar mucho al colegio. La primera vez que escuché a los Clash no entendía nada de nada de nada. La primera vez que escuché a los Clash todas las minitas me parecían cogibles.

  La última vez que escucho a los Clash lo hago como un monógamo y felizmente casado hijo de buena madre. La última vez que escucho a los Clash me recuerda a cuando no entendía nada, y me hace reflexionar en que sigo aún sin entender nada y tan pancho. La última vez que escucho a los Clash lo hago de un aparato de mierda que no levanta el volumen de mi Noblex doble casetera ni a palos. La última vez que escucho a los Clash me doy cuenta de que mi flequillo ha desaparecido por completo y, sobre todo, de que más vale termine pronto de escribir toda esta mierda sino a mí mañana no me levanta nadie a laburar para pagar las cuentas de la tarjeta y la hipoteca. ¿Bailás?
 

22 de febrero de 2013

A day in life


                         
 
 
  Cuando te das cuenta de que todos los caminos conducen al mismo destino y las flechas te atraen al mismo norte magnético donde todo al final muere indefectiblemente, se marchita, caduca, sentís como una pesada losa se apoya sobre tus hombros y pensás en lo largo del viaje y en el poco tiempo que te tomará recorrerlo.Y te resultarán vertiginosas las imágenes que se te aparezcan de como a veces se te pasa todo de largo una vez subido al tren de las rutinas. Pero después de un momento se te aparece lo magnifico y maravilloso del paisaje, que al final te alcanza y todavía tiene algunas monedas que darte de vuelto a pesar de lo difícil que te resultó creer que debas vivir tanto. En los jardines de Montserrat hay dos palmeras y yo me siento a ver, a matar el tiempo mientras me muero como todo y todos.
 
 

18 de febrero de 2013

Mi Secreto


 
 Ya comí, ya bebí, y ya me eché una regia cagada después de todo. Uffff...realizado por hoy. Mañana será otro día de mierda seguro. Me voy a dormir, pero antes, me tomo 5 minutos y me preparo el licuado de mañana. Tomo licuados para mover el vientre, la voy de naturista, viste. No tomo nada de comprimidos ni hostias que me agujereen el estómago o me dañen el colon. Es muy efectivo mi método, deberías probarlo, lo encontré en una revista del doctor Porelortti que ojee mientras esperaba mi turno en el consultorio de mi coach y le agregué algunas cositas. Tomo medio kilo de ciruelas pasa junto con 4 cucharadas de avena en gachas, las proceso en la licuadora y a lo último les agrego mi GRAN SECRETO para un seguro y fluido tránsito intestinal: un six pack de Activia frutos del bosque y el jugo de tres naranjas. Es un método infalible. Un sano transito intestinal me mantiene la cabeza despejada. Te invito a probarlo. Lo podés beber como yo antes de dormir, y si te gusta o sos muy estreñido/a, tomarlo también en ayunas por las mañanas. No te imaginás lo bien que se siente ir bien cagado por la vida. Vas a laburar y no te jode, te recagan a pedos y te resbala, ponés las noticias de la noche y toda la mierda que pasan te parece un cuento de niños. Hasta le doy bola a los captadores de socios de Greenpeace y todo. Una maravilla como me ha cambiado la vida. Gracias, dr. Porelortti.

 

13 de febrero de 2013

Lo que queda del cuerpo (extracto)

 
 



-Hay que terminar el escabio, los ratis no permiten pasar a nadie con nada, loco. Ni cintos ni nada. ¿Bobby te llamás vos? Pasásela al gordo.

-Me llamo Ernesto.

-El gordo te llama Bobby todo el tiempo.

-El gordo es un pelotudo.

 Entre risas nos apiñamos contra los de delante, unos pibes de Junín que viajaron toda la noche y no nos dieron mucha bola. Le di un trago largo al vino caliente y se lo pasé a Peto que iba detrás mío. Sentí un ardor que me calcinaba la laringe y la boca del estómago como una erupción interna, a pasos de pingüino la fila se iba acortando, la gente cantaba, todos le cantábamos a los caretas.

-Que pedo tengo, boludo- dijo Bobby

-Yo también- dije

 Peto le pasó la caja de vino a Luquitas y Bobby se la pasó a Saverio, que después de darle un buen trago se la pasó al Gringo y este a Papple y de nuevo a mí, que me acabé el fondo cerrando los ojos y apretándome la nariz para poder tragar mejor todo ese resto de taninos y otros minúsculos materiales de dudosa consistencia que quedaban en el fondo. Estaba re loco, estaba ciego del pedo que llevaba.

-Eh, gordo, ¿qué te pasa?. No me seás mantequita, eh…- me gastó Papple.

 Nos sonreímos en una mueca bobalicona que yo no entendía y seguimos avanzando a paso de plomo. Muchos pibes pedían monedas para comprar la entrada, otros te dejaban en la mano unos papeles fotocopiados con fechas de bandas que ni cristo ni el diablo conocían. Nada de mochilas ni cintos ni cámaras ni objetos punzantes. Antes de ser palpado por uno de los cerdos de la federal pude ver la gran pila de mochilas confiscadas y todos los cintos y las cámaras y los objetos punzantes que no dejaban pasar tirados a un costado del acceso. Papple y el Gringo se le cagaron de risa al rati en la cara, yo me mantuve a duras penas inmóvil a mi turno del cacheo, pensando en contener la risa cuando el  gordo hijo de puta cornudo y de bigotes me tanteara las pelotas, lo cual hizo, provocándome algún gesto que me delatara borracho y me pidiera ver los documentos y se diera cuenta de que era menor de edad y no me dejase entrar en las condiciones en las que estaba. Pasamos todos con éxito, corrimos inútilmente para adentrarnos aún más y salimos al ras del campo abierto al cielo, cubiertos de sudor escarchado en los lomos. Era ese amplio territorio el fondo de un cráter inmenso que escondía un verde valle bajo la superficie de plástico que protegía el césped donde se jugaba al futbol. Mil gradas rodeaban al campo. Inmenso, delante nuestro, el escenario. BALLBREAKER.

 

6 de febrero de 2013

Noche de brujas (extracto)



   Un gran espejo abarcaba toda la pared encima de los lavamanos, había un cubículo para los que quieren cagar y dos mingitorios sin separador, me saqué el aparato y meé en uno, solo, la música y las voces del exterior formaban una bola sonora irreconocible, sentí como el pis caliente me atravesaba por la uretra hasta ser escupido desde la punta a la blanca porcelana. El ruido del chorro golpeando el plástico del desinfectante me relajaba, de la sensación de bienestar que me embargaba se me aflojaron un poco las piernas y se me electrificó la nuca. De un gesto inestable giré mi cabeza a la derecha y me ví en el espejo, más joven, el pelo más largo y menos escaso, más erguido sobre mi estampa y con los hombros más caídos; y mi cara, mi cara era una promesa que encerraba pasión, era inocente, casi femenina; era yo el que se reflejaba, el verdadero Joaquín. La meada fue muy larga y placentera, me acerqué al lavamanos sin quitarme ojo, me enjaboné las manos usando el dispensador, junté un poco de agua con las manos en cuenco y hundí la cara, fregué, me la aclaré con más agua y de repente el hechizo se había esfumado. Bajé decepcionado la vista y pude ver sobre el dispensador de jabón algunos restos de polvo blanco que parecía bicarbonato. Me sequé las manos, y al darme vuelta para salir uno entró de un golpe a la puerta, trayendo a sus espaldas un ruido de locos que venía del bar ya atestado de gente, tenía pinta de gorila en celo, la mirada nerviosa y desafiante me preguntaba ¿Qué pasa? desde dos metros del suelo, nos cruzamos unos chasquidos de lengua por el encontronazo y salí seguido por su venenosa mirada expectante de respuesta, pensando que unos cuantos años antes me hubiese animado a encarar a cualquiera si la merca estaba bien cortada.

14 de enero de 2013

Hamburguesas


   Hubo una vez que trabajé en la cocina de un sitio odioso. Preparando unas hamburguesas, el frío filo del cuchillo cebollero me estremeció desde un dedo que al instante comenzó a sangrarme mucho. Me rechinaron los dientes de dolor mientras aclaraba el corte con el agua del lavamanos. Era uno profundo y limpio, de esos de carnicero. Me miré en el espejo aun estrangulando el pequeño músculo tajeado que no paraba de emanar y sonreí de lado, de pronto fascinado por la malicia. El parpado derecho me titilaba asustadizo. Volví a mi partida y sin vacilar metí la mano herida en la masa de carne picada que estaba a mi cargo. Después de varios años, todavía los clientes siguen preguntando si soy yo el que preparó las hamburguesas del menú del día. Aseguran nunca haber probado unas tan jugosas, hechas con tanto amor y dedicación como las de aquel martes 13 de 2006.

 

8 de enero de 2013

Puto/ta







 
Me compré un muy simpático diccionario de argot. Es muy divertido. A veces para matar el tiempo me pierdo con el dedo índice por sus páginas eligiendo aleatoriamente cualquier palabra corriente y conocer su significado (según la academia española) y sus estimados orígenes. Fue así que me topé con la palabra PUTO, TA: 1. Adj./m. y f. Miserable, despreciable, nefasto. Ej: “la navidad es una puta mierda.” “Putos comunistas.”. 2. m. y f. Persona que se prostituye. Ej. “ese que ves ahí es el/la putita/to del jefe”. 3. f. Mujer que mantiene numerosas relaciones sexuales. Ej. “la novia de mi coach es re puta”. 4. loc. Excepcional, óptimo. (ser) de puta madre. Ej. “rascarme las pelotas está de puta madre”. 5. loc. m. Homosexual activo o pasivo. Ej. “Paul Stanley parece puto”


4 de enero de 2013

De vacaciones por España


Me pasó el último verano estando de vacaciones en las Baleares, haciendo tiempo mientras llegaba la hora de tomar el autobús que nos llevase a mi mujer y a mí al puerto para embarcarnos en el ferry que nos llevaría a la próxima isla. Nos habíamos levantado tarde esa mañana y habíamos devuelto el coche de alquiler hacía un momento, así que decidimos darnos un paseo por una de las tantas mega instalaciones vacacionales a pie de costa que tanto proliferaron en la época infame de aquella versión española del american dream, que ahora, tan solo son el sueño húmedo vacacional que aún entibia las sábanas de algunos penosos, arruinados y apaleados españoles de clase trabajadora que todavía siguen creyendo en el estado de derecho occidental moderno y en una Europa integrista, unánime y pujante, la del sueño europeo para todos.

Fuimos por ahí porque pensamos que habría alguna playa interesante y artificial que nos entretuviese mientras tanto, sabiendo de antemano, que si existía una estaría a reventar de sombrillas y tumbonas, pero igual nos aventuramos, de tripas hicimos corazón y encaramos el tinglado. Como decía, nos dimos un buen paseo por aquella rambla marina buscando una playa que no existe, pero de paso, no dejamos de sorprendernos al ver toda la estúpida parafernalia que tienen montada en estos complejos, de los cuales, ninguno de sus huéspedes foráneos parece con ánimos de querer soltarse de sus alucinógenas fauces para ver que otra cosa, aparte de agarrarse una cogorza padre a las 12 del mediodía, les ofrecen estos parajes de ensueño del Mar Mediterráneo. No se aventuran siquiera a traspasar el radio de 4 o 5 calles por su cuenta, las cuales están atiborradas de shops y bares temáticos y casas de playa adosadas pintadas de color pastel por donde sea que la vista te acompañe; aquello todo, montado como Legos de la nouvelle architecture mediterránea de principio de siglo XXI.

Es loco esto del turismo de paquete todo incluido. La peña nórdica paga para que les digan constantemente lo que deben o no deben hacer. Los llevan a todos lados como a ovejitas. Digo la peña nórdica, porque a estas alturas del partido y con la que está cayendo acá en Sunny Spain, mucho turismo local y gastador no hay. Más bien de baratieri visitando a los viejos al pueblo y tal vez rematando con una semanita en un balneario a petar de marujas y guachos llorando. Antes era distinto cuando había mucho curro y los bancos daban crédito. Ahora no. Los que gastan ahora; los que pagan la olla, son los del norte. Es lo que hay, es lo que quedó. Y para ellos es que está montado todo el Circo Temático del Mediterráneo.

Caminamos un buen rato, fuimos y regresamos completando un trayecto que me parecío ser de mas de 5 kilómetros por esta rambla que comunicaba a todos los complejos y los hoteles. Por todos lados se ofrecían servicios de spa, foot massage, aroma therapy, chota massage, upite wax, low fat free tax, etc. No paramos de reírnos. No nos va todo eso ni a mi chica ni a mí, por suerte. Así que nos despachamos de lo lindo con lo que se nos cruzaba. Irónicamente, por supuesto, sin mucha malicia.

Es muy curioso que me pasase, pero en un determinado momento del paseo me detuve a pensar en aquel padre de familia que vive solo para trabajar a las órdenes de un jefe hincha pelotas que le dice lo que tiene que hacer y como todo el tiempo. En su histérica mujer, madre de dos hijos, que no puede lidiar mas con las secuelas de los embarazos, las psíquicas y las físicas, ni con reducir las dosis de drogas prescriptas que se manduca diariamente, por no hablar de los suplementos vitamínicos para bajar de peso que traga acompañados de un Green Tea. Pensé en sus pequeños vástagos pre adolescentes que los vuelven locos, pecosos y mortecinamente blancos por las prolongadas encerronas frente a la pantalla del ordenador o de la tele, que desean ser de grandes un médico como House, un madero como el Rick de los Walking Dead, un pimp como los de GTA o un lifer como los de Jersey Shore. Por ese lado los entiendo a los padres. Necesitan algo de paz y cordura etílica, o simplemente echar un buen polvo como se debe sin los críos hinchando las pelotas (entretenidos con las salidas de varias horas a los parques acuáticos que organizan las guarderías de los hoteles) ir de compras al tax free, montarla en el karaoke por la noche con alguna pareja amiga… Un poco de mambo, ¿sabes?

¿Y los pibes de 20? ¿Los abueletes? Hay paquetes all included para todos los gustos allá en las islas. Y a ellos también los entiendo. Los pibes y las pibas quieren mojar, cagarse a trompadas y agarrarse curdas antológicas en un lugar donde les permitan hacer lo que quieran sin que les chisten. Yo también fui tan joven como ellos y guardo pocos y gratos recuerdos de aquella disipada etapa de mi vida, pero con los abuelos es con quienes más empatizo quizás, al imaginarme a mí, ya arrugado y reseco, abatido por los muchos años de explotación y decepciones, buscando un destino mas soleado y menos húmedo donde rascarme las atrofiadas pelotas por el resto de mis días, con un fisioterapeuta a tiro de piedra que hable mi idioma y posea unas manos mágicas que me alivianen la rampante artrosis. Los entiendo a todos y los respeto. Pero lo que no me cabe en la cabezota es que sigan todo aquel juego del borrego. Algún día, posarán sus malogrados culos en una silla y pensarán en lo que han hecho con sus vidas, quizás, solo quizás. Y si las analizan detenidamente, minuto a minuto, recuerdo por recuerdo, se darán cuenta de que lo único que han hecho en el transcurso de las mismas fue seguir órdenes: las del jefe hinchapelotas, las de las revistas femeninas de tendencias, la de los cánones de la sociedad moderna y exitista, la de los guías turísticos que no quieren que se aparten mucho del punto de encuentro después haberles dado 20 minutos para recorrer algunas calles y comprar suvenires locales sin realmente haber “estado ahí”. Pero gustos son gustos. Y para gustos, los paquetes turísticos de última hora y la manera de vivir TU vida como te salga del forro de los huevos. Pero después que no se quejen cuando por el orto les quepa un buque petrolero por haber vivido como borregos sin alma.

Al grano:

Al ir regresando por las mochilas de viaje me topé con una figura que reconocí casi al instante. Estaba sentado y doblado sobre si mismo en una tumbona de la piscina, que ya iba atestada de hombres y mujeres de mediana edad empapados de frozen margaritas multicolores a medio derretir y beber a esas horas del muy soleado mediodía, con cientos de rapaces chillando y un montón de viejos cascados momificándose lentamente después del baño de cloro. Vaya panorama. Llevaba la escasa melena teñida de un color negro antinatural y un poco grasiento a la luz del sol, unas gafas de leer diminutas que mantenía amarradas y colgándole desde el pecho por una fina cuerda de cuentas a modo de collar y un traje de baño tipo slip, que le ajustaba las pálidas piernas al abultado abdomen peludo. Parecía un orangután todo así doblado como un viejo cascarrabias. Un viejo y sabio orangután cascarrabias.  Leía el diario. “Parece que de cerca ve bien, tal vez las gafas las use para ver de lejos”, pensé. Pero ese bigote… ese inconfundible bigote casi me engaña a la primera vista. Muchos lo llevan así, yo mismo conozco a unos cuantos. Pero ninguno de ellos, te aseguro, posee esas únicas e inimitables verrugas en la cara. Lemmy. Lemmy Kilmister. De vacaciones en España. Salté la valla como un caballo de competencia ante la estupefacta mirada de mi mujer. “Ahora vengo, no te preocupés. No sabés lo que significa esto para mí. Es Lemmy, nena. Es Lemmy” Me acerqué a él decidido, y en un inglés tarzánico medio nervioso lo encaré.

-Lemmy… what´s up, man? My name is Cristian. I`m a big fan of you-

-huh…?-

-¿Que hacés aca, loco?- seguí en inglés- Sos el tipo que menos me imaginaría sentado en esta piscina de palurdos-

-huh…?- Medio me gruñió.

-¿Y las nenas?-

No se veía ninguna stripper del Sunset Boulevard pavoneándose por ahí ni botellas de JD debajo de la tumbona para que no se calentasen al sol, ni siquiera un paquete de Marlboro rojo sobre la mesita a su costado. Solo vi un vaso de tubo con un líquido anaranjado y medio aguado que parecía un extracto de jugo de naranja apoyado sobre una blonda. Un poco decepcionado seguí.

-¿Donde tenés a las nenas? Seguro debés tener alguna esperándote en la habitación, ¿no? Vos sí que sos un hijo de puta…-

-huh…?-

Ante su molesta indiferencia me decidí a ir a por lo que iba: una foto y un autógrafo que dejarles como único legado a mis pobres pero felices herederos. Saqué la libreta de bolsillo donde apunto mis neuras y la cámara compacta de mi mujer, que todavía desde el otro lado de la valla no asimilaba mi estupidez, frunciendo la jeta y quebrando la cadera en una pose que automáticamente identifiqué como la de “Venga, apúrate, mamón” tan típica de ella cuando me entretengo con alguna boludez que capte mi atención, quedándose ella colgada a 20 metros esperando a que se me seque la baba.

-¿Me firmás un autógrafo, capo? ¿Una fotito?-

-No way, man. Leave me alone-

-Dale, una foto, papi. Sos un genio. Te sigo desde que era pibe. Desde que pusieron Mtv en el barrio. No me podés hacer esto-

-Fuck off, mate-

-No te cuesta nada, una firma, nada más… ¿Sabés la de veces que te fui a ver? Me buscaba laburitos para pagarme las entradas y el viaje. Te fuí a ver cada vez que fuiste a Buenos Aires… viajaba desde el culo del mundo para verte, papi, no me hagas esto…-

-No, no, no-

Miró hacia una de las entradas alternativas del recinto donde había un hijoputa grande como un ropero, calvo y vestido de camiseta polo y bermudas blancas, que se me acercó como una mosca a la mierda ante su reclamo, y del forro de los pantalones bermudas me hizo volar por los aires, de vuelta al walk, cayendo a los pies de mi chica, que totalmente convencida me espetó “¿no ves que sos un pelotudo?” en perfecto castellano sudaca y empleando un muy logrado acento argento.  Llevaba razón, en ese momento me sentí muy pelotudo. Al incorporarme, me sacudí la ropa y le dediqué al gorila y a mi “ex” ídolo a partir de ese momento un dedo mayor marca Bertolo que valió por todas las veces que sufrí los contratiempos de viajar en el puto transporte público de cuarta horas y horas solo para verle tocar en vivo dos horas. Las largas colas, los apretones, las corridas a la salida de los conciertos porque andaban los cerdos de la policía federal con ganas de guateque, por todo.

Volvimos a por nuestras mochilas, nos las calzamos y tomamos aquel puto autobús que iba al puerto. Ya sentados, yo más calmado y mi mujer mirándome como a un niño desilusionado, toda dorada por el sol de las playas desiertas donde nos bañamos los últimos días, me sonrió por fin. Siempre lo hace. Su sonrisa es un sedante. Me tomó de la mano, la cual entrelacé con mis dedos firmemente para acotar:

-No me convencés más de matar el tiempo paseando por estos lugares de guiris chupapijas. A ver si me lo encuentro a Keith Richards…-

Fin.


Por cierto ¿conocen a los Black Thunders? Son la hostia

Salud.

Cristian Bertolo