12 de abril de 2013

#1 Dream


 
  Me cuelga del vientre como un mono de una rama. Es enorme, negro y asqueroso, con una cabezota redonda, roja y grande como una ciruela. Me espanto de verlo en detalle, sus arrugas, su cuello largo y venoso. Lo avivo un poco con la mano. Estoy solo frente al espejo, tan aburrido de todo, tan drogado por mis pensamientos y desnudo. Cierro los ojos y esa escena ocurre otra vez por detrás mío. Un pibe pasa a mi lado en la calle chascando los dedos como si le sonara en la cabeza una de Carl Perkins. Por delante suyo, va una de más o menos unos quince años, va sola y con unos pantaloncillos muy cortos marcándole el culito de niña crecida, sus piernas de espigas son largas y firmes, la cinturita sigue un compás al caminar como de patito feo, su camiseta roja de tirantes es corta y le afirma los nacientes pechos como dos conitos de leche, dos coletas rubias le cuelgan hasta los hombros, tiene algunas pecas y un tatuaje de henna en el brazo derecho con un corazón atravezado por una flecha. Me acerco a ella por detrás sin quitarle ojo de encima, la alcanzo en el semáforo de la esquina, me le pongo al lado y me mira de soslayo provocándome con esos ojos lánguidos de huerfanita, el niño nos pasa de largo sumido en su mundo, me doy cuenta de que algo pasó por los bocinazos, que de repente me acercan a la realidad y al charco de sangre en el asfalto donde me revuelco.
 
 

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