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Steve
Jobs. Si. El tipo me caía bien. Me caía bien verlo en las
noticias cada vez que había algún artilugio que presentar al mercado. No
entendía de qué mierda hablaba y gesticulaba con esos aparatos en la mano, ni
tampoco me interesaba mucho codificar su mensaje, debo confesarlo también. Solo
me caían bien su ideal de empresa, su look muy despreocupado de hombre
realizado al que no le interesaba la ostentación ni la parafernalia, con su
camiseta negra y los blue jeans; y sus innovaciones volcadas a la modernización
y la simplificación de la práctica cotidiana. Me lamentaba de esto último en
realidad. Me lamentaba sarcásticamente de los nuevos fetiches, porque no
dejaban de preocuparme las consecuencias inmediatas en la gente. Ya habíamos
tenido suficiente con la televisión satelital no hace muchos años atrás, y
ahora ésto... El mundo ya reducido a un código de ceros y unos, y encima, en la
palma de tu mano...!!! Pero el tipo me caía bien, no me malinterpretes.
Yo lo
solía comparar todo esto que montaba con la tele venta. Era como estar viendo
uno de esos cortos publicitarios de madrugada que se repiten una y otra vez,
donde un gordo con un champiñón en la cabeza o una rubia dientuda de culo de mármol
te venden alguno de esos productos muy útiles y prácticos que te aliviarán la
carga cotidiana, te la simplifican, pero con la gran contra de que tal vez te
vuelvas adicto a ellos, a querer adquirirlos todos y cada uno: el cuchillo
multiusos, la licuadora atómica, el control remoto indestructible, las
plantillas aumentadoras del ego, el chip insertado en la nuca... el manual
operativo del ser humano… Suele pasar. Y hasta está demostrado científicamente
esto de la compra compulsiva, de que es una patología psicológica seria. Y la de Steve
era y es una tele venta muy sofisticada por cierto, que para nada pasaba
desapercibida. Y eso se notaba al día siguiente, en la polucionada atmósfera que se respiraba, y dejaba
correr un nuevo aire fresco insensato
que creaba todo este morbo insoportable de la tecnología al alcance de la mano
y de todos los bolsillos. Si te animas y comienzas a comprarlos y a utilizarlos,
se crea una dependencia, da la sensación; el efecto tele tienda entra en
ebullición y te insertas en un circulo vicioso que te incita a adquirirlos casi
compulsivamente año tras año, actualización tras actualización. Y no tiene fin
esto de estar a la última.
El tipo era un maestro en lo suyo, un estratega de
la hostia a la hora de vender su producto innovador, y eso hay que admitirlo, sin
lugar a dudas o antipatías. Pero creo que si hubiese sido tan genio como se lo
considera actualmente, creada ya la leyenda, y haya dejado algún legado útil a
la humanidad después de todo, en algún momento en vida se lo hubiese propuesto
para recibir algún premio humanitario, o de nuevas tecnologías, que se yo....
Algo realmente serio y respetado, un máximo galardón; como el premio Nobel, por
ejemplo, que todos sabemos, es el máximo reconocimiento a nivel mundial y el más
prestigioso para con los bienhechores que realmente ayudan a la malograda
existencia haciéndola más llevadera, y en algunos casos hasta más interesante.
Creo también que a él tampoco le hubiese interesado mucho viajar a Oslo en
pleno invierno (hay mucho francotirador suelto por esos lares) y comprarse un traje de pingüino para que le entreguen un
diploma amarillento. El tipo estaba para otras cosas, y su fiel público
también. Aunque el diploma, pensándolo bien, se hubiese visto de puta madre
colgado encima del retrete de una de las tantas habitaciones con baño privado
de su grandiosa casa. Pero con su amplia legión de zombis seguidores e
imitadores descarados, me parece que ya le bastaba, y de sobras. Seguro. Lo
único que realmente espero es que algún día aparezca algún simplón en camiseta
y pantalón de andar por casa que se plante delante de un auditorio, frente a
una cámara, y nos muestre el gran método de levantar la vista de los condenados
aparatejos. Tal vez no lo transmitan en cadena como a papi Steve, pero te
aseguro que a este sí que lo tendrán en cuenta para el premio Nobel, como al
otro resto que ni siquiera sabemos quienes son porque no aparecen en las
revistas.Q.E.P.D.
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