12 de abril de 2013

#1 Dream


 
  Me cuelga del vientre como un mono de una rama. Es enorme, negro y asqueroso, con una cabezota redonda, roja y grande como una ciruela. Me espanto de verlo en detalle, sus arrugas, su cuello largo y venoso. Lo avivo un poco con la mano. Estoy solo frente al espejo, tan aburrido de todo, tan drogado por mis pensamientos y desnudo. Cierro los ojos y esa escena ocurre otra vez por detrás mío. Un pibe pasa a mi lado en la calle chascando los dedos como si le sonara en la cabeza una de Carl Perkins. Por delante suyo, va una de más o menos unos quince años, va sola y con unos pantaloncillos muy cortos marcándole el culito de niña crecida, sus piernas de espigas son largas y firmes, la cinturita sigue un compás al caminar como de patito feo, su camiseta roja de tirantes es corta y le afirma los nacientes pechos como dos conitos de leche, dos coletas rubias le cuelgan hasta los hombros, tiene algunas pecas y un tatuaje de henna en el brazo derecho con un corazón atravezado por una flecha. Me acerco a ella por detrás sin quitarle ojo de encima, la alcanzo en el semáforo de la esquina, me le pongo al lado y me mira de soslayo provocándome con esos ojos lánguidos de huerfanita, el niño nos pasa de largo sumido en su mundo, me doy cuenta de que algo pasó por los bocinazos, que de repente me acercan a la realidad y al charco de sangre en el asfalto donde me revuelco.
 
 

11 de abril de 2013

Disorder 9 am





   El metro va lleno, hace dos paradas que subí y el hedor que se respira en el interior de los vagones me hace pensar que tal vez me haya equivocado y esté viajando en el vagón de la carne o el de los presos comunes. Es la hora punta de las 9 de la mañana y voy escuchando mi selección de Joy Division puesta en shuffle al 20 de volumen. A todos los pasajeros los observo por encima de la solapa levantada de mi abrigo de piel de camello, veo que a unos les cuelgan las cabezas de los hombros, inertes, meciéndose suavemente de lado a lado como el tren frena y acelera. Hay chicas muy arregladas que se terminan de retocar los labios con mucho arte a pesar del movimiento bamboleante que da el vagón, hay muchos viejos que van sentados dormitando, el resto de la manada está revisando alguna mierda inservible en los aparatos táctiles como siempre. Subo la mirada y me detengo impresionado por el reflejo del cristal que me muestra como de pronto todos los que van detrás de mí se matan entre ellos, como se arrancan los ojos y se tiran los cueros. Bajo rápidamente la mirada buscándome los pies, un poco de acides estomacal me aflora de una pequeña arcada láctea. Los bajos suenan muy fuertes. Llegando a plaza Catalunya percibo un fuerte olor a metal quemado que se va espesando según para el convoy en la estación. Toda la masacre baja en tromba arrastrándome con ella, estoy atrapado en su embudo, que me hace subir las escaleras contra mi voluntad y pasar por el molino de carne hasta la calle. Llueve. Hace frío. Hoy no va a ser un buen día.

 

11 de marzo de 2013

Primera y última vez que escucho a los Clash


  La primera vez que escuché a los Clash lo hice de un cassette. La primera vez que escuché a los Clash tenía pelo y me gustaba faltar mucho al colegio. La primera vez que escuché a los Clash no entendía nada de nada de nada. La primera vez que escuché a los Clash todas las minitas me parecían cogibles.

  La última vez que escucho a los Clash lo hago como un monógamo y felizmente casado hijo de buena madre. La última vez que escucho a los Clash me recuerda a cuando no entendía nada, y me hace reflexionar en que sigo aún sin entender nada y tan pancho. La última vez que escucho a los Clash lo hago de un aparato de mierda que no levanta el volumen de mi Noblex doble casetera ni a palos. La última vez que escucho a los Clash me doy cuenta de que mi flequillo ha desaparecido por completo y, sobre todo, de que más vale termine pronto de escribir toda esta mierda sino a mí mañana no me levanta nadie a laburar para pagar las cuentas de la tarjeta y la hipoteca. ¿Bailás?
 

22 de febrero de 2013

A day in life


                         
 
 
  Cuando te das cuenta de que todos los caminos conducen al mismo destino y las flechas te atraen al mismo norte magnético donde todo al final muere indefectiblemente, se marchita, caduca, sentís como una pesada losa se apoya sobre tus hombros y pensás en lo largo del viaje y en el poco tiempo que te tomará recorrerlo.Y te resultarán vertiginosas las imágenes que se te aparezcan de como a veces se te pasa todo de largo una vez subido al tren de las rutinas. Pero después de un momento se te aparece lo magnifico y maravilloso del paisaje, que al final te alcanza y todavía tiene algunas monedas que darte de vuelto a pesar de lo difícil que te resultó creer que debas vivir tanto. En los jardines de Montserrat hay dos palmeras y yo me siento a ver, a matar el tiempo mientras me muero como todo y todos.
 
 

18 de febrero de 2013

Mi Secreto


 
 Ya comí, ya bebí, y ya me eché una regia cagada después de todo. Uffff...realizado por hoy. Mañana será otro día de mierda seguro. Me voy a dormir, pero antes, me tomo 5 minutos y me preparo el licuado de mañana. Tomo licuados para mover el vientre, la voy de naturista, viste. No tomo nada de comprimidos ni hostias que me agujereen el estómago o me dañen el colon. Es muy efectivo mi método, deberías probarlo, lo encontré en una revista del doctor Porelortti que ojee mientras esperaba mi turno en el consultorio de mi coach y le agregué algunas cositas. Tomo medio kilo de ciruelas pasa junto con 4 cucharadas de avena en gachas, las proceso en la licuadora y a lo último les agrego mi GRAN SECRETO para un seguro y fluido tránsito intestinal: un six pack de Activia frutos del bosque y el jugo de tres naranjas. Es un método infalible. Un sano transito intestinal me mantiene la cabeza despejada. Te invito a probarlo. Lo podés beber como yo antes de dormir, y si te gusta o sos muy estreñido/a, tomarlo también en ayunas por las mañanas. No te imaginás lo bien que se siente ir bien cagado por la vida. Vas a laburar y no te jode, te recagan a pedos y te resbala, ponés las noticias de la noche y toda la mierda que pasan te parece un cuento de niños. Hasta le doy bola a los captadores de socios de Greenpeace y todo. Una maravilla como me ha cambiado la vida. Gracias, dr. Porelortti.

 

13 de febrero de 2013

Lo que queda del cuerpo (extracto)

 
 



-Hay que terminar el escabio, los ratis no permiten pasar a nadie con nada, loco. Ni cintos ni nada. ¿Bobby te llamás vos? Pasásela al gordo.

-Me llamo Ernesto.

-El gordo te llama Bobby todo el tiempo.

-El gordo es un pelotudo.

 Entre risas nos apiñamos contra los de delante, unos pibes de Junín que viajaron toda la noche y no nos dieron mucha bola. Le di un trago largo al vino caliente y se lo pasé a Peto que iba detrás mío. Sentí un ardor que me calcinaba la laringe y la boca del estómago como una erupción interna, a pasos de pingüino la fila se iba acortando, la gente cantaba, todos le cantábamos a los caretas.

-Que pedo tengo, boludo- dijo Bobby

-Yo también- dije

 Peto le pasó la caja de vino a Luquitas y Bobby se la pasó a Saverio, que después de darle un buen trago se la pasó al Gringo y este a Papple y de nuevo a mí, que me acabé el fondo cerrando los ojos y apretándome la nariz para poder tragar mejor todo ese resto de taninos y otros minúsculos materiales de dudosa consistencia que quedaban en el fondo. Estaba re loco, estaba ciego del pedo que llevaba.

-Eh, gordo, ¿qué te pasa?. No me seás mantequita, eh…- me gastó Papple.

 Nos sonreímos en una mueca bobalicona que yo no entendía y seguimos avanzando a paso de plomo. Muchos pibes pedían monedas para comprar la entrada, otros te dejaban en la mano unos papeles fotocopiados con fechas de bandas que ni cristo ni el diablo conocían. Nada de mochilas ni cintos ni cámaras ni objetos punzantes. Antes de ser palpado por uno de los cerdos de la federal pude ver la gran pila de mochilas confiscadas y todos los cintos y las cámaras y los objetos punzantes que no dejaban pasar tirados a un costado del acceso. Papple y el Gringo se le cagaron de risa al rati en la cara, yo me mantuve a duras penas inmóvil a mi turno del cacheo, pensando en contener la risa cuando el  gordo hijo de puta cornudo y de bigotes me tanteara las pelotas, lo cual hizo, provocándome algún gesto que me delatara borracho y me pidiera ver los documentos y se diera cuenta de que era menor de edad y no me dejase entrar en las condiciones en las que estaba. Pasamos todos con éxito, corrimos inútilmente para adentrarnos aún más y salimos al ras del campo abierto al cielo, cubiertos de sudor escarchado en los lomos. Era ese amplio territorio el fondo de un cráter inmenso que escondía un verde valle bajo la superficie de plástico que protegía el césped donde se jugaba al futbol. Mil gradas rodeaban al campo. Inmenso, delante nuestro, el escenario. BALLBREAKER.

 

6 de febrero de 2013

Noche de brujas (extracto)



   Un gran espejo abarcaba toda la pared encima de los lavamanos, había un cubículo para los que quieren cagar y dos mingitorios sin separador, me saqué el aparato y meé en uno, solo, la música y las voces del exterior formaban una bola sonora irreconocible, sentí como el pis caliente me atravesaba por la uretra hasta ser escupido desde la punta a la blanca porcelana. El ruido del chorro golpeando el plástico del desinfectante me relajaba, de la sensación de bienestar que me embargaba se me aflojaron un poco las piernas y se me electrificó la nuca. De un gesto inestable giré mi cabeza a la derecha y me ví en el espejo, más joven, el pelo más largo y menos escaso, más erguido sobre mi estampa y con los hombros más caídos; y mi cara, mi cara era una promesa que encerraba pasión, era inocente, casi femenina; era yo el que se reflejaba, el verdadero Joaquín. La meada fue muy larga y placentera, me acerqué al lavamanos sin quitarme ojo, me enjaboné las manos usando el dispensador, junté un poco de agua con las manos en cuenco y hundí la cara, fregué, me la aclaré con más agua y de repente el hechizo se había esfumado. Bajé decepcionado la vista y pude ver sobre el dispensador de jabón algunos restos de polvo blanco que parecía bicarbonato. Me sequé las manos, y al darme vuelta para salir uno entró de un golpe a la puerta, trayendo a sus espaldas un ruido de locos que venía del bar ya atestado de gente, tenía pinta de gorila en celo, la mirada nerviosa y desafiante me preguntaba ¿Qué pasa? desde dos metros del suelo, nos cruzamos unos chasquidos de lengua por el encontronazo y salí seguido por su venenosa mirada expectante de respuesta, pensando que unos cuantos años antes me hubiese animado a encarar a cualquiera si la merca estaba bien cortada.

14 de enero de 2013

Hamburguesas


   Hubo una vez que trabajé en la cocina de un sitio odioso. Preparando unas hamburguesas, el frío filo del cuchillo cebollero me estremeció desde un dedo que al instante comenzó a sangrarme mucho. Me rechinaron los dientes de dolor mientras aclaraba el corte con el agua del lavamanos. Era uno profundo y limpio, de esos de carnicero. Me miré en el espejo aun estrangulando el pequeño músculo tajeado que no paraba de emanar y sonreí de lado, de pronto fascinado por la malicia. El parpado derecho me titilaba asustadizo. Volví a mi partida y sin vacilar metí la mano herida en la masa de carne picada que estaba a mi cargo. Después de varios años, todavía los clientes siguen preguntando si soy yo el que preparó las hamburguesas del menú del día. Aseguran nunca haber probado unas tan jugosas, hechas con tanto amor y dedicación como las de aquel martes 13 de 2006.

 

8 de enero de 2013

Puto/ta







 
Me compré un muy simpático diccionario de argot. Es muy divertido. A veces para matar el tiempo me pierdo con el dedo índice por sus páginas eligiendo aleatoriamente cualquier palabra corriente y conocer su significado (según la academia española) y sus estimados orígenes. Fue así que me topé con la palabra PUTO, TA: 1. Adj./m. y f. Miserable, despreciable, nefasto. Ej: “la navidad es una puta mierda.” “Putos comunistas.”. 2. m. y f. Persona que se prostituye. Ej. “ese que ves ahí es el/la putita/to del jefe”. 3. f. Mujer que mantiene numerosas relaciones sexuales. Ej. “la novia de mi coach es re puta”. 4. loc. Excepcional, óptimo. (ser) de puta madre. Ej. “rascarme las pelotas está de puta madre”. 5. loc. m. Homosexual activo o pasivo. Ej. “Paul Stanley parece puto”


4 de enero de 2013

De vacaciones por España


Me pasó el último verano estando de vacaciones en las Baleares, haciendo tiempo mientras llegaba la hora de tomar el autobús que nos llevase a mi mujer y a mí al puerto para embarcarnos en el ferry que nos llevaría a la próxima isla. Nos habíamos levantado tarde esa mañana y habíamos devuelto el coche de alquiler hacía un momento, así que decidimos darnos un paseo por una de las tantas mega instalaciones vacacionales a pie de costa que tanto proliferaron en la época infame de aquella versión española del american dream, que ahora, tan solo son el sueño húmedo vacacional que aún entibia las sábanas de algunos penosos, arruinados y apaleados españoles de clase trabajadora que todavía siguen creyendo en el estado de derecho occidental moderno y en una Europa integrista, unánime y pujante, la del sueño europeo para todos.

Fuimos por ahí porque pensamos que habría alguna playa interesante y artificial que nos entretuviese mientras tanto, sabiendo de antemano, que si existía una estaría a reventar de sombrillas y tumbonas, pero igual nos aventuramos, de tripas hicimos corazón y encaramos el tinglado. Como decía, nos dimos un buen paseo por aquella rambla marina buscando una playa que no existe, pero de paso, no dejamos de sorprendernos al ver toda la estúpida parafernalia que tienen montada en estos complejos, de los cuales, ninguno de sus huéspedes foráneos parece con ánimos de querer soltarse de sus alucinógenas fauces para ver que otra cosa, aparte de agarrarse una cogorza padre a las 12 del mediodía, les ofrecen estos parajes de ensueño del Mar Mediterráneo. No se aventuran siquiera a traspasar el radio de 4 o 5 calles por su cuenta, las cuales están atiborradas de shops y bares temáticos y casas de playa adosadas pintadas de color pastel por donde sea que la vista te acompañe; aquello todo, montado como Legos de la nouvelle architecture mediterránea de principio de siglo XXI.

Es loco esto del turismo de paquete todo incluido. La peña nórdica paga para que les digan constantemente lo que deben o no deben hacer. Los llevan a todos lados como a ovejitas. Digo la peña nórdica, porque a estas alturas del partido y con la que está cayendo acá en Sunny Spain, mucho turismo local y gastador no hay. Más bien de baratieri visitando a los viejos al pueblo y tal vez rematando con una semanita en un balneario a petar de marujas y guachos llorando. Antes era distinto cuando había mucho curro y los bancos daban crédito. Ahora no. Los que gastan ahora; los que pagan la olla, son los del norte. Es lo que hay, es lo que quedó. Y para ellos es que está montado todo el Circo Temático del Mediterráneo.

Caminamos un buen rato, fuimos y regresamos completando un trayecto que me parecío ser de mas de 5 kilómetros por esta rambla que comunicaba a todos los complejos y los hoteles. Por todos lados se ofrecían servicios de spa, foot massage, aroma therapy, chota massage, upite wax, low fat free tax, etc. No paramos de reírnos. No nos va todo eso ni a mi chica ni a mí, por suerte. Así que nos despachamos de lo lindo con lo que se nos cruzaba. Irónicamente, por supuesto, sin mucha malicia.

Es muy curioso que me pasase, pero en un determinado momento del paseo me detuve a pensar en aquel padre de familia que vive solo para trabajar a las órdenes de un jefe hincha pelotas que le dice lo que tiene que hacer y como todo el tiempo. En su histérica mujer, madre de dos hijos, que no puede lidiar mas con las secuelas de los embarazos, las psíquicas y las físicas, ni con reducir las dosis de drogas prescriptas que se manduca diariamente, por no hablar de los suplementos vitamínicos para bajar de peso que traga acompañados de un Green Tea. Pensé en sus pequeños vástagos pre adolescentes que los vuelven locos, pecosos y mortecinamente blancos por las prolongadas encerronas frente a la pantalla del ordenador o de la tele, que desean ser de grandes un médico como House, un madero como el Rick de los Walking Dead, un pimp como los de GTA o un lifer como los de Jersey Shore. Por ese lado los entiendo a los padres. Necesitan algo de paz y cordura etílica, o simplemente echar un buen polvo como se debe sin los críos hinchando las pelotas (entretenidos con las salidas de varias horas a los parques acuáticos que organizan las guarderías de los hoteles) ir de compras al tax free, montarla en el karaoke por la noche con alguna pareja amiga… Un poco de mambo, ¿sabes?

¿Y los pibes de 20? ¿Los abueletes? Hay paquetes all included para todos los gustos allá en las islas. Y a ellos también los entiendo. Los pibes y las pibas quieren mojar, cagarse a trompadas y agarrarse curdas antológicas en un lugar donde les permitan hacer lo que quieran sin que les chisten. Yo también fui tan joven como ellos y guardo pocos y gratos recuerdos de aquella disipada etapa de mi vida, pero con los abuelos es con quienes más empatizo quizás, al imaginarme a mí, ya arrugado y reseco, abatido por los muchos años de explotación y decepciones, buscando un destino mas soleado y menos húmedo donde rascarme las atrofiadas pelotas por el resto de mis días, con un fisioterapeuta a tiro de piedra que hable mi idioma y posea unas manos mágicas que me alivianen la rampante artrosis. Los entiendo a todos y los respeto. Pero lo que no me cabe en la cabezota es que sigan todo aquel juego del borrego. Algún día, posarán sus malogrados culos en una silla y pensarán en lo que han hecho con sus vidas, quizás, solo quizás. Y si las analizan detenidamente, minuto a minuto, recuerdo por recuerdo, se darán cuenta de que lo único que han hecho en el transcurso de las mismas fue seguir órdenes: las del jefe hinchapelotas, las de las revistas femeninas de tendencias, la de los cánones de la sociedad moderna y exitista, la de los guías turísticos que no quieren que se aparten mucho del punto de encuentro después haberles dado 20 minutos para recorrer algunas calles y comprar suvenires locales sin realmente haber “estado ahí”. Pero gustos son gustos. Y para gustos, los paquetes turísticos de última hora y la manera de vivir TU vida como te salga del forro de los huevos. Pero después que no se quejen cuando por el orto les quepa un buque petrolero por haber vivido como borregos sin alma.

Al grano:

Al ir regresando por las mochilas de viaje me topé con una figura que reconocí casi al instante. Estaba sentado y doblado sobre si mismo en una tumbona de la piscina, que ya iba atestada de hombres y mujeres de mediana edad empapados de frozen margaritas multicolores a medio derretir y beber a esas horas del muy soleado mediodía, con cientos de rapaces chillando y un montón de viejos cascados momificándose lentamente después del baño de cloro. Vaya panorama. Llevaba la escasa melena teñida de un color negro antinatural y un poco grasiento a la luz del sol, unas gafas de leer diminutas que mantenía amarradas y colgándole desde el pecho por una fina cuerda de cuentas a modo de collar y un traje de baño tipo slip, que le ajustaba las pálidas piernas al abultado abdomen peludo. Parecía un orangután todo así doblado como un viejo cascarrabias. Un viejo y sabio orangután cascarrabias.  Leía el diario. “Parece que de cerca ve bien, tal vez las gafas las use para ver de lejos”, pensé. Pero ese bigote… ese inconfundible bigote casi me engaña a la primera vista. Muchos lo llevan así, yo mismo conozco a unos cuantos. Pero ninguno de ellos, te aseguro, posee esas únicas e inimitables verrugas en la cara. Lemmy. Lemmy Kilmister. De vacaciones en España. Salté la valla como un caballo de competencia ante la estupefacta mirada de mi mujer. “Ahora vengo, no te preocupés. No sabés lo que significa esto para mí. Es Lemmy, nena. Es Lemmy” Me acerqué a él decidido, y en un inglés tarzánico medio nervioso lo encaré.

-Lemmy… what´s up, man? My name is Cristian. I`m a big fan of you-

-huh…?-

-¿Que hacés aca, loco?- seguí en inglés- Sos el tipo que menos me imaginaría sentado en esta piscina de palurdos-

-huh…?- Medio me gruñió.

-¿Y las nenas?-

No se veía ninguna stripper del Sunset Boulevard pavoneándose por ahí ni botellas de JD debajo de la tumbona para que no se calentasen al sol, ni siquiera un paquete de Marlboro rojo sobre la mesita a su costado. Solo vi un vaso de tubo con un líquido anaranjado y medio aguado que parecía un extracto de jugo de naranja apoyado sobre una blonda. Un poco decepcionado seguí.

-¿Donde tenés a las nenas? Seguro debés tener alguna esperándote en la habitación, ¿no? Vos sí que sos un hijo de puta…-

-huh…?-

Ante su molesta indiferencia me decidí a ir a por lo que iba: una foto y un autógrafo que dejarles como único legado a mis pobres pero felices herederos. Saqué la libreta de bolsillo donde apunto mis neuras y la cámara compacta de mi mujer, que todavía desde el otro lado de la valla no asimilaba mi estupidez, frunciendo la jeta y quebrando la cadera en una pose que automáticamente identifiqué como la de “Venga, apúrate, mamón” tan típica de ella cuando me entretengo con alguna boludez que capte mi atención, quedándose ella colgada a 20 metros esperando a que se me seque la baba.

-¿Me firmás un autógrafo, capo? ¿Una fotito?-

-No way, man. Leave me alone-

-Dale, una foto, papi. Sos un genio. Te sigo desde que era pibe. Desde que pusieron Mtv en el barrio. No me podés hacer esto-

-Fuck off, mate-

-No te cuesta nada, una firma, nada más… ¿Sabés la de veces que te fui a ver? Me buscaba laburitos para pagarme las entradas y el viaje. Te fuí a ver cada vez que fuiste a Buenos Aires… viajaba desde el culo del mundo para verte, papi, no me hagas esto…-

-No, no, no-

Miró hacia una de las entradas alternativas del recinto donde había un hijoputa grande como un ropero, calvo y vestido de camiseta polo y bermudas blancas, que se me acercó como una mosca a la mierda ante su reclamo, y del forro de los pantalones bermudas me hizo volar por los aires, de vuelta al walk, cayendo a los pies de mi chica, que totalmente convencida me espetó “¿no ves que sos un pelotudo?” en perfecto castellano sudaca y empleando un muy logrado acento argento.  Llevaba razón, en ese momento me sentí muy pelotudo. Al incorporarme, me sacudí la ropa y le dediqué al gorila y a mi “ex” ídolo a partir de ese momento un dedo mayor marca Bertolo que valió por todas las veces que sufrí los contratiempos de viajar en el puto transporte público de cuarta horas y horas solo para verle tocar en vivo dos horas. Las largas colas, los apretones, las corridas a la salida de los conciertos porque andaban los cerdos de la policía federal con ganas de guateque, por todo.

Volvimos a por nuestras mochilas, nos las calzamos y tomamos aquel puto autobús que iba al puerto. Ya sentados, yo más calmado y mi mujer mirándome como a un niño desilusionado, toda dorada por el sol de las playas desiertas donde nos bañamos los últimos días, me sonrió por fin. Siempre lo hace. Su sonrisa es un sedante. Me tomó de la mano, la cual entrelacé con mis dedos firmemente para acotar:

-No me convencés más de matar el tiempo paseando por estos lugares de guiris chupapijas. A ver si me lo encuentro a Keith Richards…-

Fin.


Por cierto ¿conocen a los Black Thunders? Son la hostia

Salud.

Cristian Bertolo